Pronto cumplirá 60 años, pero ya no tiene sus dos piernas porque le amputaron a consecuencia de la diabetes. Ella es una mujer que enfrenta la enfermedad la mitad de su vida y ha tenido momentos muy críticos, como cuando tuvo que superar un Accidente Cerebrovascular (ACV).

 Aunque toda la familia tuvo que cambiar su rutina para poder sostenerla, no puede evitar sentir algunos temores que la hacen llorar frecuentemente. Aunque tiene una jubilación, no es suficiente para cubrir todas sus necesidades, por eso su mayor preocupación es no tener recursos para comprar sus remedios que son varios, porque debe tomar para los constantes malestares que padece. 

Después de llevar años batallando contra esta enfermedad, le quita el sueño pensar en que nuevamente la enfermedad le traiga complicaciones.  

La Federación Internacional de Diabetes (FID) reveló que el 77% de las personas que viven con diabetes padecen de agotamiento, ansiedad, depresión u otro trastorno mental a causa de su diabetes, según una encuesta divulgada a propósito del Día de Mundial de la Diabetes, que se celebra cada 14 de noviembre.

El miedo a desarrollar complicaciones (83%) es el factor que más afecta al bienestar mental. Otros factores son la gestión diaria de la diabetes (76%), el estigma y la discriminación (58%) y el miedo a las agujas (55%).

La encuesta también puso de manifiesto una clara necesidad de mayor apoyo, ya que tres de cada cuatro personas con diabetes piden a sus profesionales sanitarios un mayor apoyo para su bienestar emocional y mental.

Aunque la diabetes no siempre conlleva problemas de salud mental, un significativo 79% de los participantes afirman sufrir agotamiento diabético, debido principalmente a la tensión emocional y a las exigencias del tratamiento diario.

Resulta alarmante que 3 de cada 4 afectados por el agotamiento admitieron haber interrumpido su tratamiento de la diabetes debido al estrés o a sentirse abrumados.

“Según nuestras últimas estimaciones, más de 500 millones de personas padecen diabetes en la actualidad, y 1 de cada 8 personas se verá afectada en 2045", declaró el profesor Peter Schwarz, presidente de Federación Internacional de Diabetes.

"Teniendo en cuenta estas cifras, la encuesta sugiere que el bienestar mental de más de 400 millones de personas podría verse afectado por la carga diaria que supone la gestión de su enfermedad. Aunque la diabetes afecta tanto al bienestar físico como al mental, la atención suele centrarse únicamente en el control del azúcar en sangre, lo que deja a muchos abrumados. Debemos mirar más allá del azúcar en sangre para vivir mejor la diabetes”, señala Schwarz.

En la encuesta, realizada en siete países de seis regiones, participaron  1.880 personas de Brasil, España, Estados Unidos, India, Indonesia, Pakistán y Sudáfrica. En Brasil, el 80% de los participantes declararon haber interrumpido su tratamiento debido al estrés causado por la diabetes.

En el Día Mundial de la Diabetes, la Federación Internacional de Diabetes hace un llamamiento a los profesionales sanitarios, a las autoridades y a las comunidades para que reconozcan el profundo impacto de la diabetes en el bienestar. "Situar el bienestar en el centro de la atención diabética puede mejorar los resultados sanitarios y la calidad de vida en general de los millones de personas que viven con diabetes en todo el mundo".

En Bolivia, ocho de cada diez sufren la enfermedad

En el marco del Día Mundial de la Diabetes, el Ministerio de Salud recuerda a la población que adoptar estilos de vida saludables y realizarse un diagnóstico oportuno puede ayudar a prevenir complicaciones severas de esta enfermedad, como ceguera, amputaciones, insuficiencia renal y problemas cardiovasculares, que afectan a miles de personas en el país.

Según datos del Programa Nacional de Enfermedades No Transmisibles, en 2023 se registraron 8.857 casos de diabetes tipo II por cada 100.000 habitantes, lo que significa que aproximadamente ocho de cada 100 personas en Bolivia viven con esta enfermedad crónica y silenciosa.

Las personas adultas con diabetes tienen entre dos y tres veces más probabilidades de sufrir ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Junto con un flujo sanguíneo reducido, la neuropatía o daño a los nervios en los pies aumenta la posibilidad de úlceras, infecciones y, en última instancia, la necesidad de amputaciones.

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