"No hay horizonte, el fuego arrasa la vida", la mirada de un fotógrafo de EL DEBER
Juan Carlos Torrejón acompañó a una brigada de bomberos en San Miguelito, municipio de Concepción. Sofocar las llamas es una misión titánica
Juan Manuel Ijurko
11 de septiembre de 2024, 19:05 PM
En San Miguelito, Concepción, las cenizas forman un aterrador paisaje| Foto: JC Torrejón
Los bomberos avanzan cuidadoso hacia las llamas. En una mano, el machete les permite abrir paso. Restan unos metros hasta llegar al fuego. Hacen una pausa. Dos técnicos de la Gobernación, bomberos especializados, coordinan rápidamente el trabajo de los 40 militares del cuartel German Busch desplazados hasta San Miguelito. La unidad se complementa con otros 10 bomberos voluntarios indígenas "Los Jaguares", de Concepción.
Atacan el fuego con machetes, matafuegos y palas. Mientras unos tratan de ahogar las llamas otros cavan una zanja para evitar que el fuego avance más allá. Operan en un semicírculo para "encerrar" el área y así controlar mejor las llamas.
En seis horas logran frenar y sofocar un frente. Toman un respiro mientras esperan el reemplazo. Hasta allá les han hecho llegar unas bolsitas de agua para acompañar el almuerzo: arroz, pollo y ensalada rusa.
Juan Carlos Torrejón, fotógrafo de EL DEBER, acompañó el trabajo de los bomberos. Con su cámara cuenta una historia que duele a todo Bolivia. El fuego consume la riqueza natural, la fauna y flora de nuestro país.
"No hay horizonte", cuenta 'Choco' Torrejón como se le conoce en el ambiente periodístico. "Uno mira al frente y se encuentra con columnas de humo blanquecino, una cortina coloreada con llamas que aparecen y desaparecen. El fuego arrasa la vida", describe el escenario.
El chasquido de las ramas quemadas estremece. Los bomberos atacan el fuego en condiciones extremas| Fotografía: Juan Carlos Torrejón.
Si la vista es dolorosa, la experiencia sonora es desgarradora. A lo lejos se escucha el estruendo de los árboles que caen. Más cerca, mucho más cerca el chasquido de las ramas es más intenso. El cuadro se completa con un aire irrespirable y un calor sofocante. Así se siente estar en la primera línea de combate contra el fuego.
Un campamento provisional
Desde San Ramón, la humareda impedía la visibilidad. En el vehículo que trasladó a 'Choco' Torrejón todos optaron por colocarse barbijo para sobrellevar el viaje. En Concepción, la situación era similar.
Desde hace días, en Concepción no amanece. El sol aparece, eso sí, como una bola roja que no logra romper el muro de humo lúgubre que domina las calles. Son las 6:00 de la mañana y solo un camión con soldados del Cuartel German Busch se encuentra en la plaza.
Desde allá, recorren 30km hasta la comunidad San Miguelito. Allá está el campamento de 'Los Jaguares' bomberos voluntarios que llevan varios días operando desde ahí.
San Miguelito es una comunidad de apenas diez casas. Enfrente, a unos pocos metros, se ven los restos de lo que fue un potrero. Hoy es solo ceniza. El olor profundo no deja lugar a dudas.
Solo una zanja cavada rápidamente salvó las casas. Es una línea de cortafuego, un sistema que evita el avance del fuego rastrero. Esta vez, lograron frenar las llamas.
El trabajo de los dos técnicos de la Gobernación guía las labores de los bomberos. Cuentan con equipos satelitales y se apoyan con drones. Así ubican los fuegos y deciden dónde actuar. Hoy, irán a una línea de fuego a unos dos kilómetros de San Miguelito. Es la más cercana y la principal amenaza de la comunidad.
Los bomberos actúan bajo la guía de los técnicos para abrir la línea negra o cortafuego mientras atacan las llamas. Lo hacen con movimientos circulares, para aislar el frente y avanzar sobre seguro.
Una vez concluido el trabajo, los soldados aguardan la llegada del reemplazo. Serán bomberos de la policía quienes avanzarán unos 300 metros para atacar nuevamente una línea de fuego.
Más allá, solo humo y fuego; más allá, solo hay desesperanza.
Un peni en el camino
De retorno a San Miguelito, 'Los Jaguares' rescatan un peni. Estaba a un costado del camino. Una parte de su cabeza, una pata y su cola evidenciaban lo que todos sabían. El animalito escapaba del fuego.
El peni se dejó rescatar por los bomberos. Con una docilidad única, tomó agua de la mano de sus rescatistas.
A su regreso a San Miguelito, los bomberos rescataron un peni afectado por el fuego| Fotógrafo Juan Carlos Torrejón
Ya en San Miguelito, reportaron la recuperación del animal al equipo de rescate de animales de la Gobernación. Seis veterinarios permanecen en Concepción y, desde ahí, acuden a los diversos llamados para rescatar y atender a los animales recuperados.
De vuelta en Concepción, el pueblo carece de vida. La gente permanece en sus casas y evita salir a la calle. La humareda se impone al dinamismo de un municipio asediado por los incendios.
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