A la corta edad de siete años, Alaín Bustos vivió el momento más duro de su vida cuando fue testigo de la llegada del aluvión a la comunidad guaraní de Tomatirenda (Tarija), que terminó llevándose a su hermano menor.
"Me desperté para ir al baño y afuera ya estaba con lodo, aparecieron palos y escapé", relató el niño a Radio Abigail.
El pequeño contó que estuvo separado de su madre en el monte, a donde había escapado, y se reencontró con ella, después de casi cuatro horas, cuando le escuchó llorar.
Posteriormente, regresaron a la vivienda familiar y vieron cómo la furia de la quebrada se lo llevó todo. "No había nada de la casa, apenas estaba el cuarto de mi mamá", dijo el niño que sufrió algunos golpes en la cara por la sorpresiva llegada del aluvión.
Como él, hay otros niños que también atravesaron un dramático momento para salvar sus vidas y ahora intentan superar la tragedia.
El alcalde de Entre Ríos, Teodoro Suruguay, afirmó que los niños de los poblados más afectados no quieren saber de volver al lugar y por eso se los tuvo que evacuar a albergues temporales.
En medio de esta realidad que se vive en las comunidades guaraníes, se multiplicaron los envíos de víveres, agua en botellas, vituallas y ropa para las familias damnificadas por el desborde de la quebrada a causa de las intensas lluvias.
El alcalde de la ciudad de Tarija, Johnny Torres, expresó su solidaridad y condolencias a las familias que perdieron a un miembro en este desastre natural.
Torres se dirigió junto con un cargamento de ayuda humanitaria hasta el campamento instalado en la comunidad de Timboy, convertido en el Centro de Operaciones para planificar la búsqueda de personas desaparecidas y el apoyo logístico.
La Gobernación tarijeña y otras instituciones, tanto estatales como privadas, también enviaron alimentos, vituallas y ropa para los damnificados.