La calificadora de riesgo desconfía que el Gobierno pueda implementar políticas correctivas. Los economistas observan que costará más conseguir financiamiento a tasas convenientes para el país

8 de diciembre de 2022, 7:38 AM
8 de diciembre de 2022, 7:38 AM

La calificadora Standard&Poor’s (S&P Global Ratings) recortó la calificación crediticia de Bolivia debido a que el estancamiento político del país genera incertidumbre sobre la capacidad del Gobierno para implementar políticas correctivas oportunas y enérgicas para reducir las vulnerabilidades económicas. Con la calificación ‘B’ se complica la posibilidad de que el país acceda a créditos externos en condiciones de ventaja, según economistas.

Así, la compañía ahora califica a Bolivia cinco niveles por debajo del grado de inversión y al mismo nivel que Egipto y Costa Rica. Los déficits fiscales “persistentes y considerables” han empujado la deuda del Gobierno por encima del 60% del producto interno bruto y las reservas internacionales han caído, según un comunicado.

Los amortiguadores fiscales y externos de Bolivia, que alguna vez fueron grandes, se han deteriorado constantemente, explicaron los analistas Carolina Caballero y Omar de la Torre Ponce de León. Además, señalan que los desafíos políticos han empeorado con el aumento de las tensiones regionales y las divisiones dentro de la coalición gobernante. “El estancamiento político aumenta el riesgo de una mayor erosión de la liquidez externa en un contexto de condiciones de mercado externo restrictivas”, precisan.

Sobre el tema, desde el Ministerio de Economía y Finanzas de Bolivia, indicaron que la calificación se da en un entorno económico internacional complejo debido a los impactos generados por la pandemia a escala mundial y la guerra entre Rusia y Ucrania. “S&P destaca el historial de baja inflación del país, la reconoce como la más baja de la región, acentúa la baja dolarización en el sistema financiero y el servicio de la deuda manejable para los próximos dos años”, señala el comunicado.

Asimismo, afirman que la expectativa de S&P es que la recuperación económica continúa y las medidas de contención del gasto reducirán gradualmente el déficit fiscal de Bolivia, con el fin de que la deuda del Estado se estabilice.

Ve un “Gobierno débil”

Los analistas financieros coinciden en que se trata de la ‘calificación de riesgo’ al modelo económico social y productivo implementado por el Gobierno.

Jaime Dunn, analista financiero, indicó que la rebaja de calificación aclara que es producto del paro de los 36 días y la incertidumbre social y política en el país. Además, S&P advierte que puede seguir bajando si ven “un estancamiento político y el deterioro en la confianza de los inversionistas”.

Las variables macroeconómicas son clave. “Cuando un país debe reducir el gasto y consumo, todo ello tiene consecuencias sociales y políticas y el Gobierno debe tener la posibilidad de hacer maniobras políticas importantes, tener la fuerza para imponer estos cambios, pero S&P ve que se ha deteriorado la capacidad del Gobierno para “corregir desequilibrios” y consensuar con diferentes grupos políticos y sociales”, señala Dunn.

Otro tema fundamental es la necesidad de financiamiento externo y S&P lo señala en su informe. “Indica que se deben emitir los bonos para aumentar las reservas y mantener el tipo de cambio fijo, considerado el elemento de estabilidad más importante”.

Mientras el académico José Gabriel Espinoza dice que S&P observa la caída persistente de las reservas internacionales y los seis años consecutivos de déficit fiscal.

“También se rebaja la perspectiva para acceder a los mercados internacionales de deuda. En febrero ya se accedió a los bonos con una tasa del 7,5% y con esta nueva calificación se establecen las condiciones para nuevas rebajas, tanto de Moody’s como de Fitch en el primer trimestre de 2023, consolidando el bono especulativo”.

Espinoza señala que en el exterior se confirma la percepción de la necesidad de un cambio en la política económica del país.

Al igual que Dunn, el economista dice que S&P también pone el ojo en el manejo de la política boliviana, lo que incide al momento de emitir su informe sobre el país.

Para el economista Róger M. López, la baja calificación de riesgo afecta principalmente a la inversión extranjera, que ya era bastante escasa, y a la posibilidad de que Bolivia se financie en el extranjero.

“Es decir, si el Estado quisiese conseguir dólares en el extranjero tendría que pagar aún más del 7,5% que ofrecía en la última emisión de bonos soberanos para atraer inversores, además de convencerlos de que, llegado el momento, existirá la voluntad de pagar la deuda” advierte.

Así, S&P ha emitido una calificación ‘B’ para Bolivia; en tanto que Moody’s Investors Service califica a Bolivia cinco niveles por debajo del grado de inversión en B2 con perspectiva negativa, mientras que Fitch Ratings le asigna la calificación equivalente en B. Tanto S&P como Fitch tienen una perspectiva estable del país.