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21 de octubre de 2024, 3:00 AM
21 de octubre de 2024, 3:00 AM

El Movimiento al Socialismo (MAS) de Luis Arce se enfrenta a un destino irónico: hoy es rehén de las mismas medidas de protesta con las que, hace 18 años, el partido llegó al poder. En su momento, los bloqueos y marchas sirvieron como herramientas para tomar el control del país, pero ahora, quienes más sufren las consecuencias son los bolivianos. El costo de estas medidas recae sobre los hombros de la ciudadanía que intenta construir un futuro a pesar de las constantes interrupciones.

Lo que comenzó como una defensa de Evo Morales, acusado en un caso de estupro, ha escalado a la demanda de solución de la crisis económica para luego convertirse en la exigencia de elecciones generales o la renuncia de Arce. Los bloqueos, encabezados por sectores radicales del MAS paralizaron al país, afectando especialmente al transporte. Los dirigentes dicen que ya no hay margen para el diálogo con el Gobierno.

Mientras tanto, el país continúa detenido. Los sectores productivos ven frustrados sus esfuerzos por exportar y mantener a flote la economía, y los estudiantes y trabajadores se enfrentan a un futuro incierto. La historia se repite, pero esta vez, el MAS enfrenta las consecuencias de sus propias tácticas. ¿Cuánto tiempo más puede soportar Bolivia esta parálisis antes de que el tejido social y económico se rompa irreparablemente?

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