19 de febrero de 2024, 4:00 AM
19 de febrero de 2024, 4:00 AM

Periodistas de medios locales me consultaban cómo podemos aterrizar el tema de la escasez de dólares y el aumento del tipo de cambio a la cotidianidad del ciudadano común, el asalariado, el trabajador informal, considerando que al estar la economía bolivianizada con una moneda estable y un tipo de cambio fijo, hasta el año pasado, la mayoría de las personas aún no percibe como le puede afectar la devaluación de la moneda nacional.

Lo primero que debemos indicar es que la economía boliviana, muy a pesar del discurso del gobierno sobre el sustento del crecimiento basado en el consumo interno, depende en casi la mitad de su PIB del sector externo, prueba de ello es que exportamos más de la mitad de lo que producimos en bienes, y compramos del exterior el equivalente a un tercio del valor de dicha producción. Las importaciones de materias primas, insumos, maquinarias, equipos, suministros industriales y otros representan el 80% del total de las importaciones nacionales.

La relación de la economía nacional con el sector externo marca la importancia del valor de la moneda nacional con la divisa extranjera (dólar, euro, yuan, etc). El tipo de cambio no es otra cosa que el precio de la moneda extranjera pagada con moneda local y en esta relación del valor y la apertura económica de un país está basada la afectación de la devaluación al ciudadano común. Mientras más abierta sea una economía y más fuerte la moneda doméstica, mayor será la inversión y el empleo, lo que resulta en una mejora del bienestar de la población en general, algo de lo que gozó Bolivia hasta el año 2015.

Ahora bien, la pregunta es, ¿cuándo y por qué pierde valor la moneda nacional frente a la divisa extranjera? La primera razón es por un déficit constante de su Balanza de Pagos, es decir que su relación con el sector externo es recurrentemente deficitaria, lo que se puede deber al déficit comercial de bienes y servicios, desinversión en el país, mayores pagos de capital y servicios de la deuda externa, reducción de remesas de trabajadores bolivianos en el exterior, etc. Otra de las razones para que se devalúe la moneda es la reducción de su respaldo en las reservas internacionales, esto es el ahorro en oro, divisas y valores en poder de la autoridad monetaria, y finalmente otra importante razón para la pérdida de valor de la moneda local, es la inestabilidad de las finanzas públicas, que se manifiesta en el déficit público entre los ingresos y los gastos en que incurre él Estado. Esto es algo que le viene sucediendo a Bolivia desde el año 2016, agravado por la pandemia y la crisis política de 2020-2021.

Todos estos elementos mencionados que se conjugaron en la economía boliviana como tormenta perfecta, provocaron una escasez de dólares en el sistema financiero que se sostenía con las reservas internacionales, hasta que llegaron a su nivel mínimo extremo a fines de 2023, (166 millones de dólares), lo cual no alcanza para una semana de importaciones. En estas circunstancias, el Gobierno adoptó varias medidas parche destinadas a contener la devaluación, sin poder reponer el déficit de divisas de por lo menos 1.000 millones de dólares que sumados a los depósitos en dólares, alcanzarían para unos dos de meses de importación.

Revisada la situación, con una devaluación fáctica no oficial que ya sobrepasa el 20%, veamos como esto podrá impactar en el ciudadano común asalariado, el jubilado o el empleado informal que constituye el 70% de la fuerza laboral del país. Un primer impacto se observa en el incremento de los costos de la deuda por préstamos de consumo con tasas variables, al haberse aumentado el interés de estos crédito en moneda nacional, por tanto debemos destinar mayor parte de nuestros ingresos al pago de estas deudas. Otro impacto relevante de la devaluación es el incremento en los precios de la mayoría de los productos de consumo diario, por el aumento de los costos de producción ante el incremento de los costos de importación debido a un dólar más caro y altas comisiones por transferencia de divisas al exterior.

Ante el previsible incremento del costo del dinero y los precios de los bienes de consumo, el efecto recae directamente en el poder adquisitivo del salario, que no solo reducirá la capacidad de compra de bienes y servicios indispensables, sino que también podría comprometer el pago de créditos y con ello afectar el índice y nivel de mora del sistema financiero, incluyendo la mora de los créditos hipotecarios de vivienda social, a pesar de estar estos en moneda nacional a tasas fijas.

Del mismo modo es previsible la afectación a los arriendos de inmuebles y anticresis, los primeros podrían incrementar de valor en moneda nacional indexándose al valor del dólar mientras que los contratos de anticresis tenderían a acortar sus plazos con el incremental de una devaluación anual estimada.

Finalmente, el más afectado podría ser el ciudadano rentista de la tercera edad, pues éste no tiene como protegerse de la pérdida de valor de su renta ya exigua, siendo su única esperanza que las autoridades de gobierno tomen conciencia de la situación y actúen en consecuencia. Este es un clamor al que todos los ciudadanos nos sumamos, pues no tenemos interés político ni especulativo, sino, el de preservar nuestra apreciada estabilidad.