En un informe conjunto realizado por ONU-Agua y Unesco, publicado con motivo de la Conferencia, los autores advierten del “riesgo inminente de una crisis mundial del agua”. Buscan garantizar que en 2030 todo el mundo tenga acceso al agua potable

23 de marzo de 2023, 4:00 AM
23 de marzo de 2023, 4:00 AM


“Hemos roto el ciclo del agua, destruido ecosistemas y contaminado las aguas subterráneas”, denunció el secretario general de la ONU, António Guterres, en la apertura de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Agua en Nueva York, la primera en casi medio siglo.

“Estamos drenando la sangre vital de la humanidad a través del sobreconsumo vampírico y el uso insostenible y evaporándola a través del calentamiento global”, advirtió Guterres en la tribuna de la ONU, donde recordó que casi “tres de cuatro desastres naturales están relacionados con el agua”.

En un informe conjunto realizado por ONU-Agua y Unesco, publicado con motivo de la conferencia, los autores advierten del “riesgo inminente de una crisis mundial del agua”.

Sin agua suficiente en muchos lugares, aunque demasiada en otros o contaminada, las situaciones dramáticas se multiplican.

“Si no se hace nada, entre 40 y 50% de la población seguirá sin tener acceso a servicios de saneamiento y cerca del 20-25% al agua potable”, explica el autor principal Richard Connor.

Más financiación

La viceprimer ministra de Cuba, Inés María Chapman Waugh, en nombre del Grupo de los 77 y China, pidió “mayor financiación internacional, capacitación y transferencia de tecnologías ecológicamente racionales” para que los países en desarrollo, entre los más afectados, puedan hacer frente a esta crisis.

Unos 6.500 participantes, entre jefes de Estado y de Gobierno, funcionarios y representantes de la sociedad civil participan en esta conferencia organizada por Países Bajos y Tayikistán, la primera que se realiza desde Mar del Plata (Argentina) en 1977.

El objetivo es alcanzar “compromisos” concretos para garantizar que en 2030 todo el mundo tenga acceso al agua potable y a servicios sanitarios, objetivos fijados en 2015.

“Hay mucho por hacer y el tiempo no está de nuestra parte”, recordó Gibert Hougbo, presidente de la ONU-Agua, plataforma que coordina el trabajo de la ONU, que no tiene ninguna agencia dedicada a este vital asunto.

“Ahora o nunca”

En un mundo en el que en los últimos 40 años el consumo de agua dulce aumentó en torno al 1% al año -en particular en los países de renta baja y emergentes-, las dificultades “tienden a generalizarse” y agravarse con el impacto del calentamiento global.

La agricultura absorbe el 72% del agua, mientras que el consumo del sector industrial cayó 12%.

En regiones como América Central y el Caribe, Sudamérica y Asia, de 2000 a 2018 las extracciones de agua aumentaron, a diferencia del resto del mundo.

En torno al 10% de la población mundial vive en países donde el estrés hídrico (relación entre la utilización del agua y su disponibilidad) alcanzó un nivel alto o crítico.

Según el informe de expertos del clima de la ONU (Giec) publicado el lunes, “cerca de la mitad de la población mundial” sufre “grave” escasez de agua durante al menos una parte del año.

A la falta de agua se suma la contaminación que suele deberse a la ausencia o deficiencias de los sistemas de saneamiento.

Al menos, 2.000 millones de personas beben agua contaminada por excrementos, lo que les expone al cólera, la disentería, el tifus y la polio. Sin olvidar la contaminación de productos farmacéuticos, químicos, pesticidas, microplásticos o nanomateriales.

Para garantizar el acceso de todos al agua potable para 2030, habría que multiplicar los niveles de inversiones actuales al menos por tres, subraya el informe.

Los contaminantes amenazan también la naturaleza. Los ecosistemas de agua dulce que prestan servicios inestimables a la humanidad, en particular, ayudando a luchar contra el calentamiento global, están “entre los más amenazados del mundo”, señala el informe.

“Debemos actuar ya porque la inseguridad relacionada con el agua socava la seguridad alimentaria, la salud, la seguridad energética o el desarrollo urbano y (multiplica) los problemas sociales”, agrega. “Es ahora o nunca: la oportunidad de una generación”.

Gestión “débil” en América

En América Latina, la gestión de los recursos hídricos es “débil” pese a que la extracción por habitante aumentó entre 2000 y 2018, advierte un informe de Naciones Unidas con motivo de la primera conferencia de agua.

Aunque la región ofrece algunos ejemplos de asociaciones para aprovechar los recursos, cada vez más escasos, la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH) es “débil”, dice el informe, que recomienda “apoyo político de alto nivel” a las iniciativas.

A nivel local, critica que la mayoría de las organizaciones que trabajan con los recursos hídricos sigan “acantonadas” en su sector, en particular el suministro de agua para irrigación.

Falta una relación del campo del agua con otros sectores estrechamente ligados”, entre ellos la educación, asegura el informe.

El informe propone más sistemas de riego compartidos entre agricultores, cooperación entre comunidades urbanas y rurales e interacción agua-energía-alimentación.

También sugiere un mejor conocimiento de los ecosistemas o mejorar los datos e informaciones sobre el agua para mejorar la gestión del agua como recurso.

Los efectos combinados del crecimiento demográfico, el aumento de los ingresos y la expansión de las ciudades empujarán la demanda de agua de forma “exponencial”, advierte la ONU.

Para paliar la crisis, el informe apuesta por los “fondos de aguas”, sistemas de financiación que reúnen a usuarios aguas abajo, como las ciudades, empresas y servicios públicos.

El informe señala que es “esencial entender las necesidades de agua, explícitas e implícitas”, así como tener planes de desarrollo que tengan en cuenta de la evolución del clima.

Asimismo, es clave la cooperación internacional en la gestión de los ríos y los acuíferos que cruzan fronteras. De los 22 países de América Latina, solo cuatro (Argentina, Brasil, Ecuador y Paraguay) han concluido acuerdos para el 90% de sus cuencas transfronterizas, asegura.

Pero también a nivel nacional, donde los cultivos requieren sistemas de riego compartidos entre los agricultores, y la cooperación entre comunidades urbanas y rurales para mantener la seguridad alimentaria y los ingresos de los agricultores.