Majestuosa y enigmática el turismo interno se impone. desde las ‘bicis’ atraen y derrochan cultura

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20 de agosto de 2017, 4:00 AM
20 de agosto de 2017, 4:00 AM

En medio de los más osados diseños arquitectónicos en esta ciudad milenaria, un ejército de cientos de ciclistas y motociclistas se abre paso entre los peatones, que apuran su andar en una extraña mezcla de modernidad y desorden, en las amplias avenidas de Beijing, capital de China, que en esta temporada de verano boreal soporta jornadas de hasta 40 grados centígrados de temperatura. 

Es apenas el punto de partida de un inolvidable viaje al gigante asiático, donde se llega después de poco más de 30 horas de vuelo desde el aeropuerto de Viru Viru.

Algo que no pasa desapercibido es la gastronomía china, platos milenarios comparten espacio con franquicias europeas. Pero la cocina china cotidiana tiene poco que ver con el menú que ofrecen las chifas fuera del país y que conocemos en Bolivia.

Cualquier cosa nutritiva que no resulte venenosa puede ser parte de una receta. Se consumen alimentos considerados exóticos en Occidente, como algas, ranas, insectos, entre otras rarezas y están en pleno centro de Beijing, en el Mercado de Dong Hua Men. En uno de sus pasillos hay abejas fritas, saltamontes tostados y anticuchos de escorpiones para los más avezados. A la hora de comerlos es solo cuestión de abrir la mente y luego la boca se abre por sí sola.
Por ejemplo, el escorpión, pese a no tener una buena apariencia es agradable al paladar, sabe a chicharrón. Y la larva... es como lo describen Timón y Pumba, personajes del Rey León, son viscosos pero sabrosos, aunque les faltó mencionar el picante. 

Estar en uno de los países más poblados del planeta y no visitar la Gran Muralla China sería una ofensa. Esta fortificación construida entre los siglos V y VXI, es una de las mayores obras de ingeniería hechas por el hombre. 

Tiene una lomgitud aproximada de 7.000 kilómetros y llegar a ella, desde el centro de Beijing, toma cerca de dos horas. Escalarla, requiere de una buena condición física. Miles de personas la visitan diariamente, 50.533 para ser más exactos, según datos de la oficina de turismo de China.

Mientras toma impulso para llegar hasta la décimo tercera torre, Eder Girón dice que pese al cansancio es una experiencia que con gusto repetiría. Este turista panameño se pierde entre la marea humana que, apretujada y sudorosa, sube y baja las gradas desiguales. 

Otro destino obligatorio para visitar en la capital china es la Ciudad Prohibida. Este complejo palaciego edificado sobre 72 hectáreas fue el centro de mando de los emperadores durante 500 años. Es considerado por la Unesco como el mayor conjunto de estructuras antiguas de madera en el mundo. Recorrer cada una de sus estancias y templos sagrados es un acto de comunión con la historia ahora abierta al público. Antes era un lugar vetado a los extranjeros, de ahí su nombre. 

Cada año siete millones de personas pasean por el Jardín Imperial o por el Salón de la Armonía Suprema en la Corte Exterior y el Salón de la Pureza Celestial en la Corte Interior.



Saliendo de la Ciudad Prohibida, a 30 minutos en taxi está el zoológico de Beijing. Sin duda, la atracción principal aquí son los pandas gigantes. En la época de calor, entre junio y septiembre, el zoo toma previsiones y acondiciona el ambiente para que estos animales, que están saliendo de la lista de especies en riesgo de extinción, tengan un clima similar a su hábitat natural. Solo es posible verlo a través del cristal.  


El comercio merece un capítulo aparte, pero a modo de resumen diremos que el regateo es un arte y la paciencia, una virtud. A la hora de comprar hay que tener clara la diferencia entre ‘original’ y ‘copy’. Los comerciantes suelen elevar hasta un 500% el precio a los extranjeros, por eso es recomendable empezar la puja por  un precio muy, muy bajo .

 

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