Jair Bolsonaro y Luiz Inácio Lula da Silva se enfrentan en la segunda vuelta luego de que ninguno pudo sacar más del 50% de la votación en las elecciones del 2 de octubre. Lula obtuvo un 48% y el actual mandatario 43%

30 de octubre de 2022, 4:00 AM
30 de octubre de 2022, 4:00 AM


Tras una agresiva campaña, Brasil llega hoy a la segunda vuelta de la elección presidencial entre el actual mandatario Jair Bolsonaro y el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, ambos líderes con fuerte rechazo popular.

El exmandatario de la izquierda, de 77 años, que se impuso en la primera vuelta por 48% contra 43%, mantiene una modesta ventaja en los sondeos, con 53% de los votos válidos contra 47% del presidente, de acuerdo con una encuesta del Instituto Datafolha del jueves.

“Lula llega como favorito, pero por poco”, resumió a la AFP el politólogo Felipe Nunes, profesor de la Universidad Federal de Minas Gerais.

“Es una elección histórica. Difícilmente veremos en los próximos años una disputa con ese nivel de enfrentamiento, de polarización, entre dos líderes de masas que ya gobernaron el país y que llegan muy competitivos”, apunta Nunes.

Ambos se enfrentaron cara a cara el viernes en el último debate televisivo.

Lula, un ex obrero metalúrgico, fue presidente dos veces entre 2003 y 2010 y estuvo preso en el marco de la megacausa anticorrupción “Lava Jato”. Pero resucitó políticamente tras la anulación de sus condenas por irregularidades procesales.

Bolsonaro, un excapitán del Ejército de 67 años, intenta la reelección tras un mandato turbulento, marcado por los 688.000 muertos que dejó la pandemia, niveles alarmantes de deforestación amazónica y tensiones institucionales.

En la primera vuelta, el mandatario sorprendió al obtener un desempeño mejor al previsto por las encuestas.

Campaña sucia

Analistas ya esperaban una campaña de alto voltaje rumbo a la segunda vuelta. Pero los ataques en las redes y la televisión, plagados de desinformación, acapararon el debate público.

El lado bolsonarista acusó a Lula de querer cerrar iglesias, promover la “ideología de género” en las escuelas y hacer un pacto con el “diablo”.
La campaña lulista contraatacó asociando a Bolsonaro a la pedofilia y al canibalismo.

“Las autoridades deben tomar todas las medidas disponibles para combatir la desinformación, proteger la libertad de expresión y garantizar que todos los ciudadanos” puedan votar, dijo en Ginebra Ravina Shamdasani, portavoz de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU.

“Es una elección polarizada en la que la guerra de los índices de rechazo será definitoria para determinar el vencedor”, señala Nunes.

La consultora Quaest, que Nunes dirige, detectó en sus encuestas que “la mitad de los electores que votan a Lula lo hacen para sacar a Bolsonaro. Y la mitad de los que votan a Bolsonaro lo hacen para que Lula no vuelva”, relata.

A quienes eligen a Lula por convicción los mueve sobre todo el recuerdo de tiempos mejores, cuando el izquierdista dejó el poder con una popularidad de casi 90% tras una gestión en la que 30 millones de los más de 200 millones de brasileños salieron de la pobreza.

“Apoyábamos a Lula entonces y lo apoyamos ahora”, dice Ana Gabriele dos Santos, una granjera de 25 años que creció escuchando cuánto sus programas sociales ayudaron a la región semiárida de la región noreste, bastión del lulismo.

La popularidad de Bolsonaro menguó tras su respuesta negacionista a la pandemia pero tras negarse a paralizar los motores del país recuperó terreno con un leve mejora de la economía, un aumento en agosto de las transferencias monetarias a los más pobres y su insistencia en la defensa de valores conservadores como “Dios, patria y familia”.

“Es como nosotros”, dijo el empresario Gilberto Klais, habitante de Nova Santa Rosa (sur), la segunda ciudad que más votó al presidente en el primer turno (82%).

Respeto a resultados

La campaña también estuvo marcada por los constantes cuestionamientos de Bolsonaro -sin pruebas- al sistema electrónico de votación, actitud que despertó temores de que no acepte una eventual derrota y se produzcan disturbios como la invasión al Capitolio en Estados Unidos tras la derrota de Donald Trump.

En las últimas semanas Bolsonaro parecía haber moderado su discurso, apuntando sus críticas hacia las encuestadoras.

La semana pasada volvió a decir que aceptará los resultados, siempre y cuando las Fuerzas Armadas no detecten nada “anormal”.

Pese a las tensiones, muchos analistas descartan una ruptura institucional.

“Bolsonaro no tendrá apoyo de las Fuerzas Armadas, de las élites económicas, apenas de sus seguidores más radicales. Y eso no es suficiente para un golpe”, sostiene Rogério Dultra dos Santos, profesor de la Universidad Federal Fluminense.

En todo caso, el vencedor deberá adoptar un discurso de unión, defiende Nunes.

“Brasil seguirá dividido después de la elección, porque no se tratará ya de una disputa entre dos nombres, sino entre dos visiones de mundo muy diferentes”.

Último debate

“Mentira”. “Pare de mentir, ¿tendré que exorcizarlo para que pare de mentir?”. Jair Bolsonaro y Luiz Inácio Lula da Silva intercambiaban acusaciones e intentaban llegar a los electores indecisos el viernes, en el último debate antesd del balotaje brasileño.

El presidente brasileño y Lula se acusaban mutuamente sin cese, empantanando la discusión en el último cruce televisivo, en el que ambos buscaban seducir al electorado más vulnerable.

El presidente, quien comenzó el debate desmintiendo que vaya a eliminar las vacaciones y el pago de horas extra, prometió que si es elegido el domingo reajustará el salario mínimo a 1.400 reales -265 dólares-.

“Lula, usted sabe que todo el sistema está contra mí (...) pare de mentir”, dijo el presidente, que se mantuvo hablando fuera de su atril, vestido con traje, corbata azul y revisaba constantemente anotaciones en su mano izquierda. “¿Tendré que exorcizarlo para que pare de mentir?”, agregó Jair Bolsonaro.

Lula, que cada vez que Bolsonaro hablaba lo seguía desde su atril y bebía agua, atacó la gestión de su rival.
“Durante cuatro años, este señor (Bolsonaro) gobernó el país y no dio ningún aumento real de salario, esa es la verdad”, espetó Lula da Silva.

El candidato del PT, de 77 años, se movía al centro del estudio cuando le tocaba hablar, con la chaqueta desabrochada, una corbata roja y un uso constante de las manos para reforzar el mensaje.

Lula acusó también a Bolsonaro de “aislar a Brasil del mundo” durante su Gobierno: “Brasil está más aislada que Cuba”.

Lula, que llega como favorito en los sondeos, y Bolsonaro, que busca la reelección a sus 67 años, debatían en TV Globo tras un mes de campaña plagado de golpes bajos y desinformación en la televisión y las redes sociales.

En el último sondeo de Datafolha, publicado el jueves, Lula recuperó una ventaja de seis puntos al reunir el 53% de los apoyos contra el 47% del mandatario, considerando los votos válidos, sin nulos ni en blanco.