Opinión

Cara a Cara

16 de septiembre de 2024, 4:00 AM
16 de septiembre de 2024, 4:00 AM

Bolivia enfrenta un cambio significativo en su sector de hidrocarburos: de ser un exportador de gas natural, se convertirá en un transportador de este recurso, llevando gas argentino a Brasil. Este nuevo rol refleja las limitaciones actuales de la industria gasífera boliviana, marcada por la caída en la producción. El cierre del mercado argentino, que tradicionalmente ha sido uno de los principales destinos del gas boliviano, simboliza el final de una era, mientras que la declinación de la producción pone en duda el futuro de las exportaciones al mercado brasileño. El exministro Mauricio Medinaceli prevé que para 2030 Bolivia se quede sin gas.

 Si bien el transporte de gas argentino hacia Brasil generará ingresos significativos, estimados en hasta 150 millones de dólares anuales, estos no compensan las pérdidas que Bolivia sufre al dejar de ser un exportador. El gas transportado no genera regalías ni ingresos directos para los gobiernos subnacionales, lo que afecta los recursos disponibles para el desarrollo regional.

 Esta transformación también pone de manifiesto el fracaso de las políticas de exploración y explotación de nuevos yacimientos en Bolivia. El país necesita atraer inversión extranjera y garantizar seguridad jurídica para revitalizar su industria hidrocarburífera. De lo contrario, el futuro del gas boliviano se limitará a ser un intermediario, dejando atrás el protagonismo que alguna vez tuvo en la región.

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