A la población paceña llegan embarcaciones cargadas de turriles. En ese pueblo se vende el carburante a ciudadanos chinos para que puedan hacer operar sus dragas

18 de diciembre de 2022, 4:00 AM
18 de diciembre de 2022, 4:00 AM

El Náufrago llega a las orillas del río Kaka en la localidad de Mayaya. Ese es el nombre de una pequeña embarcación que transporta 15 turriles de diésel a esta comunidad ribereña. El comandante del bote no apaga el motor y grita a los que están en tierra que procedan a bajar el carburante. Lo hacen rápido. Atrás llega otra lancha con 20 barriles adicionales llenos de diésel.

En tierra reconocen la mercadería. Los 15 primeros barriles que llegaron en el Náufrago son para un ciudadano chino. “Se lleva en el vehículo los turriles al pueblo y de ahí reconoce el chino. Lo llevan (el combustible) para sus dragas, es allá abajo”, relata uno de los pobladores que carga los turriles.

El negocio del diésel es redondo en Mayaya. Los contrabandistas hacen fila en las noches en las estaciones de servicio de Guanay, un municipio ubicado al norte de La Paz, para llenar los barriles de plástico. No hay control. Los barriles están arriba de camionetas y el empleado de la gasolinera tiene que subir con la manguera a llenar los envases. Son 160 litros por turril.

Un barril lo llenan con Bs 595,2. Y pueden revender ese mismo turril hasta en Bs 1.500. El Náufrago llevó a Mayaya 15 turriles y esa venta a un ciudadano costó Bs 22.500, un poco más de $us 3.000. Atrás del Náufrago llegaba otro bote con 20 barriles. Esa carga costó Bs 30.000.

Mayaya es una localidad en el norte de La Paz y pertenece al municipio de Teoponte. Esta población está a orillas del río Kaka y se convirtió en el cuartel de los ciudadanos extranjeros -en su mayoría chinos y colombianos- que explotan oro. Mayaya lo tiene todo, pero el negocio más competitivo es la venta de diésel. Este carburante es utilizado para que funcionen las dragas que extraen el metal precioso en los ríos amazónicos.

En Mayaya el diésel no se lo vende en bidones o botellas. No es negocio. En las calles se pueden encontrar pequeños envases de gasolina para vehículos que trabajan en el transporte público. Ninguno tiene placas de control. Tampoco hay una estación de servicio. La más cercana está en Guanay, a unas tres horas en vehículo y dos en embarcación.

Inicio del envenenamiento

En Mayaya empieza el envenenamiento de los ríos amazónicos. Desde esta localidad, río abajo por el Kaka, se instalaron las dragas que extraen el oro de los afluentes. A los costados están los campamentos mineros. No respetan ninguna norma ambiental.

Los mineros trabajan para empresarios chinos y colombianos. Hacen una asociación ilegal entre cooperativas bolivianas e inversionistas extranjeros. La devastación ambiental se la hace sin ningún tipo de sanción del Gobierno.

La minería aurífera ha destruido la naturaleza en estas poblaciones y el impacto llega al parque nacional Madidi, una de las áreas protegidas más importantes del mundo en biodiversidad. Cada día, a cada hora, miles de litros de agua con mercurio y otros contaminantes tiñen los ríos que desembocan en esta área protegida, según publicó el portal La Nube.

Mayaya está poblado de extranjeros chinos, muchos de ellos indocumentados, que extraen kilos de oro sin dejar nada a cambio para las comunidades. Solo dejan destrucción en la Amazonia.

El Estado en Mayaya no está presente. Solo hay dos policías para toda la localidad. Un vehículo policial que está parado en la estación y que debe ir hasta Guanay para recargar gasolina. Hay mucho negocio. Todo informal. No existe control de Impuestos Nacionales y menos de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH). Los combustibles se venden en tiendas y el mayor negocio está en la llamada playa. “Todos los días llegan los botes con los turriles de diésel. Los descargan ahí y luego los llevan al pueblo. Algunos se van directo donde los campamentos mineros. Todo ese diésel que llega es para las dragas, porque no hay otro negocio que necesite tanto diésel”, relató un poblador de Mayaya.

Y es así. Las lanchas que llegan desde Guanay a Mayaya parecen una estación de servicio móvil, pero con precios hasta tres veces más que el oficial. El diésel es necesario para que las dragas funcionen en la extracción del oro en las profundidades de los ríos.

Río abajo de Mayaya las dragas están instaladas una frente a la otra. Están depredando el río y desviando sus aguas. Hicieron desaparecer los peces y, lo peor, contaminan con mercurio las aguas que van a la Amazonia.

La Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera (AJAM) realizó algunos operativos en el río Kaká. En una ocasión detuvo a 22 personas (14 chinos, siete colombianos y un boliviano) por montar dragas que operan ilegalmente en esa zona. Eso fue en 2018. Luego no se supo más de otras detenciones. Los extranjeros llegan a acuerdos con las cooperativas, quienes otorgan sus cuadrículas para que los foráneos exploten oro. Las cooperativas reciben el 30% de la ganancia sin invertir ni un boliviano. Ese es el negocio.

Las aguas siguen su paso y dejan sus tóxicos en cada población. La fiebre del oro está matando los afluentes del norte y, lo peor, está dañando a las poblaciones indígenas de esas zonas que consumen peces contaminados con mercurio.