Este miércoles, al final del día, se conocerá a los ganadores del Emprende Ideas en gastronomía. Están en La Paz, donde compitieron cocinando en vivo. Hay desde rellenos inesperados y deliciosos hasta calditos, tamales y parrilla chaqueña

15 de mayo de 2024, 12:30 PM
15 de mayo de 2024, 12:30 PM

Son 15 y cada uno tiene una historia que contar. Basta con escarbar un poco en sus motivaciones y salen a flote las anécdotas, las horas difíciles, pero sobre todo, las ganas de salir adelante. Ellos son algunos de los finalistas del concurso Emprende Ideas en gastronomía, de la fundación de Samuel Doria Medina. Al final de este miércoles 15 de mayo se conocerá quién se lleva el 'gordo' de Bs 50.000 (son ocho premios en total, de diferente monto).

¿Qué tienen en común? Son gente anónima, pero también emprendedora. No quieren buscar trabajo, sino poner su propio negocio. 

Esta vez el concurso anual de Emprende Ideas se enfocó en la gastronomía, en octubre se convocó a puestos callejeros de comida, food trucks y restaurantes. Se presentaron 2.424 competidores en total.

Esta nueva cruzada de búsqueda de talentos desveló algunas variables, como que el negocio de la comida es mayoritariamente femenino. "Dos tercios son mujeres", reveló Samuel Doria Medina. 

El 65% eran mujeres, superando la participación de los varones, que representa solo el 35%. La Paz tuvo mayor participación, con el 29% del total de registrados, seguido de Santa Cruz, con el 25%; Cochabamba con el 16%; Chuquisaca con el 7%; Tarija con el 7%; El Alto con el 5%; Oruro con el 4%; Beni con el 2%; Potosí con el 2%; y finalmente Pando con el 1%.

La fundación distribuirá un total de Bs 135.000, siendo que el ganador se beneficiará con Bs 50.000, el segundo con Bs 30.000 y el tercero con Bs 20.000, y así sucesivamente hasta el octavo lugar.

El empresario en persona visitó los nueve departamentos en busca de los elegidos. La base del concurso requería que los emprendimientos sean representativos de su región, que puedan innovar y modernizar la forma de elaboración y presentación. Y lo más importante: cocinan muy bien y son creativos.

Teresita Andrea Moro / Foto: Jorge Gutiérrez

Teresita Andrea Moro / Foto: Jorge Gutiérrez

Haber perdido el gusto y el olfato por el covid no la detuvo

Teresita Andrea Moro (40) no pudo asistir a la final del concurso en La Paz, su cardiólogo le dijo que desista y renuncie debido a que no iba a soportar la altura, pero ella no sabe rendirse. Nació sin la conexión de la vena aorta con el corazón y cuando apenas tenía cuatro meses de nacida toreó la adversidad sobreponiéndose a una cirugía de corazón abierto en Brasil. Así que esta vez cocinó y defendió su proyecto por Zoom.

Cuando empezaba su recorrido por el mundo de la gastronomía y apostaba todo al servicio de bufet, le hicieron un pedido de patasca para 100 personas, nunca antes había preparado ese delicioso caldo oriental y mirando tutoriales en internet se embarcó 15 horas en la cocina hasta que salió una patasca  espesa, en su punto y con suficiente carne.

Teresita lloró de la emoción cuando supo que estaba entre los 15 finalistas, armó una pancarta y se fue a recoger a sus hijas al colegio diciéndoles: "¡lo logramos, calificamos!". Así que ahora solo aguarda con fe que esos Bs 50.000 sean depositados en su cuenta hasta mañana. ¿Qué haría con el premio? "Ampliar y cerrar mi cocina", es lo primero que planifica, pues en la actualidad cocina bajo techo, pero le falta una pared.

A este punto de la conversación con El Deber ya está emocionada, y llora solo de recordar lo que sintió tras haber quedado, primero entre los 100 finalistas, y luego entre los 15.

Su más reciente victoria fue no haber decaído frente al covid. Perdió el gusto y el olfato, pero no las ganas y el empuje para seguir cocinando y generando más para su emprendimiento, B&R Gourmet (son las iniciales de los nombres de sus hijas, Belén y Renata).

La mujer autodidacta en la cocina, con el empuje de sus hijas, su madre y su suegra, que empezó con un pedido de majadito y rapi al jugo para 15 personas, con apenas dos ollas, dos bandejas y muchos tapers con tapas de distintos colores, no iba a frenarse por haber perdido los dos sentidos claves para la sazón y el buen sabor. Asistida, como siempre, por las mujeres de su vida, siguió cocinando, guiada por ellas para no pasarse de sal o de azúcar. 

Hoy, ocho años después de haber empezado su aventura, ha recuperado en gran medida sus sentidos, pero todavía falta un poco. Lo que no faltan son ganas y estas son contagiosas.​​

Mario Quimey Alarcón / Foto: Jorge GutiérrezMario Quimey Alarcón / Foto: Jorge Gutiérrez


"Hay días que no se va a vender ni un solo plato, pero hay que sacudirse y seguir para adelante"


Mario Quimey Alrcón (29) es de Camiri y se nota. Cada vez que puede lo saca a relucir, también tiene el dejo cantadito en la voz y en especial, tiene la sazón. Es el único concursante especialista en parrilla, su emprendimiento se llama La sucursal del cielo.

"La gastronomía la llevo en la sangre, no tengo estudios, pero ya he dictado cursos a grandes y a niños. Mi madre sabe cocinar muy bien para eventos y mi papá es espectacular en la parrilla. La mezcla de ellos dos tuvo algo que ver conmigo", expresa orgulloso.

Estuvo trabajando en Incahuasi X3 durante la pandemia y una vez terminó el proyecto invirtió su finiquito en comprar parrilla, sillas y mesas. Primero hizo salteñas, pero era muy difícil para encararlo él solo, luego se decidió por las k'jaras, pero los vecinos lo copiaron y la competencia no lo dejó crecer.

Para un Día de la Madre, hace dos años, hizo un chancho a la cruz con la ayuda de su padre y se vendió todo. "Entonces me dije, esto no me van a poder copiar, esto es gastronomía del Chaco".

Sobre el concurso, recuerda que cuando se postuló eran casi 3.000. Antes de Navidad supo que fue seleccionado entre los 100 primeros, para entonces se alegró, pero también se propuso no hacerse ilusiones.

La buena nueva de que estaba entre los 15 seleccionados lo tomó por sorpresa, estaba comiendo un choripán en Caminito (Argentina). "Cuando recibí la llamada informándome que estaba entre los 15 seleccionados me puse tan feliz que celebré en público y los que estaban a mi alrededor, sin conocerme, también se alegraron. Había sido contagioso el celebrar".

Para la prueba final el martes por la tarde cocinó para el jurado. Se llevó a La Paz todas las proteínas: el cordero de Camiri, también la carne de vaca, de cerdo, corazón y tripa. Los presentó asados.

"Me adapto a todo, el chaqueño no se corre de nada. Soy el único que se está presentando con parrilla", cuenta animado, enfocado en aprovechar ese aspecto diferenciador.

Si se gana alguno de los premios en efectivo en lo primero que quiere invertir es en tener un poco más de comodidad en el patio de su casa para que la gente pueda comer allí.

En su domicilio, que consiste en una hilera de habitaciones construidas contra la pared, y un gran patio a la sombra de algunos árboles de mango, donde tiene encerrada en calaminas una cruz para el chancho al palo, Mario persigue sus sueños. Cocina a pedido, y también asiste a eventos para preparar sus delicias en vivo y en directo.

Es un testigo fiel de que si se cae, se puede levantar, incluso alzar vuelo. "No se dejen caer, emprender es difícil, hay días que no se va a vender ni un solo plato, pero hay que sacudirse y seguir para adelante", dice mientras recuerda que una vez cocinó, hizo publicidad por todos lados y no vendió nada

"Eran las 16:00 y no vendimos ni un solo plato. No vino nadie y con mi novia nos sentamos y comimos dos semanas de ese chancho. Así uno aprende y si te dejás caer por la primera oleada, no vas a aguantar en esto, hay que persistir en tus sueños hasta alcanzarlos".

 Aldo Carballo, de Rellenos Guajojó, de Cochabamba /APG
Aldo Carballo, de Rellenos Guajojó, de Cochabamba /APG

El boom del Guajojó fueron los rellenos de papa con anticucho

El Guajojó Rellenos es un emprendimiento que lleva adelante Aldo Carballo Camacho y su socia Jéssica. Este negocio nació en un momento de necesidad. “Después de la pandemia me encontraba sin trabajo, sin poder pagar mis estudios”, así que pusieron en marcha el local que tiene como oferta esencial los rellenos de papa, pero el boom se produjo cuando lanzaron un producto con una creativa innovación: el relleno de anticucho”, dice Aldo.

Comenzar fue muy difícil, recurrieron incluso a buscar materiales en la basura para decorar el local, apenas consiguieron sillas de reciclaje. “Estuvimos a punto de rendirnos, pero seguimos adelante. Hay que ser creativos, midiendo, encontrar un equilibrio. Tomó 8 meses poder abrir el Guajojó, solo había dos mesas y entraban ocho personas. Ahora estamos en un lugar más grande”.

Antes del encierro provocado por el covid-19 Aldo atendía el snack que su mamá tenía en una universidad de Cochabamba. “No había clientela, así que el negocio cerró. Me quedé sin trabajo, no podía pagar ni mis estudios ni el lugar donde vivía, por eso decidí emprender junto a Jéssica, mi socia, uno de rellenos, esa fue la intención en primera instancia”.

La apuesta de Guajojó es la elaboración, primero, de rellenos 100% hechos de papa y segundo, no tiene leche, “el producto tiene mucho trabajo. Es crocante por fuera, y para llegar al punto ideal practicamos mucho, hicimos entre 300 a 400, por eso tardamos tanto, es difícil más cuando no tienes capital”.

También hay rellenos de pique a lo macho y cerdo a la barbacoa. Y los de temporada varían a lo largo del año. El abril, aniversario de Tarija, sacamos la cueca chapaca, que tenía un relleno de carnes al vino y otro de saice. Este mes, mayo, aniversario de Chuquisaca, estamos con el de mondongo”.

Al principio vendían 10 rellenos por día, la necesidad de innovar nos condujo a crear el de anticucho. “Ese fue el que disparó nuestro negocio, de esos 10 pasamos a vender 120 diarios. Hoy estamos por los 250 rellenos, en la única sucursal que tenemos.

En este momento, Guajojó está a poco de abrir un nuevo punto de venta en Cochabamba. “Tenemos cuatro empleados, queremos invertir en la maquinaria y crecer. La competencia en Cochabamba es muy fuerte, estamos ubicados muy cerca de El Prado, y hay salteñerías, otra empresa que vende rellenos, hay que manejar estrategias”.

Alexis Sotomayor, la propietaria del restaurante K'arapanza, en Sucre /APG
Alexis Sotomayor, la propietaria del restaurante K'arapanza, en Sucre /APG

K’arapanza, un emprendimiento que ya lleva ocho años en el mercado

K’arapanza es un emprendimiento chuquisaqueño que se inició hace ocho años. “Fuimos constantes y nos pudimos mantener en la pandemia, queremos seguir subiendo escalones”, asegura la emprendedora Alexis Sotomayor, que agradece la oportunidad que le dieron con este concurso.

La oferta del restaurante es el k’ara pecho, “que se suma a ser el tercer plato tradicional de Sucre, después del mondongo y del chorizo. Tenemos grandes objetivos, expandirnos y exportar nuestra propia carne, lo que implica sacar de nuestras fronteras la sazón que le ponemos a los cortes especiales que elegimos, igual que el charque, que es alto en proteínas”.

El plato contiene carne deshidratada y frita, acompañada de mote, papa huayco, huevo duro, limón y llajua. “Comenzamos vendiendo pedidos, luego tuvimos dos mesas y fuimos creciendo. Obviamente, en la pandemia cerré mi local, pero sí atendimos pedidos. Fue difícil, pero logramos salir y ahora crecimos. Tenemos un restaurant con capacidad para 100 personas y contamos con un puesto en el mercado central”.

Durante el encierro de 2020 y parte de 2021 los pedidos fueron claves para sostener el negocio. “Había bastante competencia, pero más bien que tengo mis clientes fieles que siempre me siguen”.

El siguiente objetivo es expandir el K’arapanza a Potosí y Santa Cruz, en primera instancia, “y luego a las demás ciudades”.

La tradición pandina está en la cafetería de Roxana Ramos en Cobija /APG
La tradición pandina está en la cafetería de Roxana Ramos en Cobija /APG

El mejor mucunzá de Cobija en concurso

Roxana Ramos Roca presenta a Rafis Açai&Coffee, un emprendimiento ubicado en la ciudad de Cobija, departamento de Pando, que nació después de la pandemia, hace tres años. Ella presentó al concurso de la Fundación una oferta deliciosa, el mucunzá con leche de castaña.

Es un plato tradicional que consiste en una mazamorra de maíz, “mezclado con leche de castaña, leche de coco. Pese al calor de Cobija, esta es una oferta que se la sirve caliente y a la hora del té. Es dulce y se prepara con los ingredientes muy nuestros, y creo que eso es lo que destaca”.

“Hemos llegado a este concurso con todas las ganas y el entusiasmo. Felices de habernos inscrito, de salir entre los 100 primeros y ahora entre los 15 finalistas. Lo tomo como una gran responsabilidad”.

Después de la pandemia, surgió el emprendimiento como una forma de buscarle opciones, y la idea inicial era aprovechar el boom del açai, fruto amazónico, para plantear una heladería. “Queríamos hacer helados y procesar el fruto. En 2019 consiguió un local en el aeropuerto de Cobija, pero cerró por la pandemia y porque no era rentable. “Un solo vuelo por día, había poca clientela” Pero, su idea de fondo fue siempre tener una cafetería o un salón de té.

Entonces, como tenía un espacio en su casa, ambientó la cafetería con decoración rústica, “es pequeña, pero bien acogedora. Inauguramos, y desde ahí avanza un negocio que nos da para vivir. Gracias a Dios nos fue bastante bien, tuvimos bastante aceptación”.

El siguiente objetivo es mudar la cafetería a un espacio más grande, abierto, rústico, “con una decoración amazónica, llena de plantas, aprovechar la naturaleza, y fusionar con lo moderno la cafetería”. Más adelante, vendrá la expansión a otros departamentos.

Roxana agradece lo que aprendió en las capacitaciones que recibieron los concursantes “en cómo enfrentar el negocio. Una cosa es atender, darle la sazón, y otra es la administración, y me voy con saberes nuevos en ese ámbito, y de hecho serán muy útiles”.

Nelva Quiroz ofrece sopas y caldos en Misk'isito, en Cochabamba /APG
Nelva Quiroz ofrece sopas y caldos en Misk'isito, en Cochabamba /APG

Los calditos de Nelva son inigualables

La cuarentena vio nacer el emprendimiento de Nelva Quiroz Terán, de Cochabamba. Se trata de Misk’isito calditos, que fue una opción suya para sacar adelante a la familia en tiempos tan complicados para la economía de las familias, como la pandemia.

“Soy licenciada en turismo, trabajé mucho tiempo en el ámbito de los servicios y el tema hotelero, pero al llegar la cuarentena y el Covid-19 nos quedamos sin posibilidades de trabajo ni ingresos. Tengo dos hijos a cargo, entonces tuve que sacar los saberes aprendidos de mi madre, sobre las bondades de las sopas y caldos, para salir adelante”, reseña Nelva.

Las recetas de la mamá, heredadas de la abuela han pasado de generación en generación. “Hay sopitas para que las mujeres den leche a sus bebés, para sanar de las enfermedades, para los que quieren curar cabeza, ellas siempre han estado en el menú de la familia boliviana”.

Presentó en el concurso la sopa de k’awi, que es el pecho de la vaca. “Es un consomé que hierve mucho, para nosotros es el caldo madre, del cual derivan todos los demás que preparamos. Sin embargo, ahora he traído un delicioso menudito, que viene con todos los 'menjunjes' y que resume mucho los ingredientes que tiene Bolivia. No tiene una raíz principal, sin embargo, lo preparé estilo 'cochala', con muchas hiervas como: cilantro, apio, hierva buena, cariño y picor”.

Todo comenzó con pedidos, “ahí jugó un rol fundamental la familia y, obviamente, los amigos que hacían sus pedidos. Luego continuamos en un garaje con tres mesas, pero nunca se llenaban. Entonces, mi hijo mayor, que es mi mano derecha, agarraba una canasta y llevaba el producto a todas las tiendas. Muchas veces sobraba y eso lo invitábamos a gente que no tenía o a las cárceles”. Su hija, la más pequeña, es también integrante del emprendimiento.

Usaron mucho las redes sociales para hacerse conocer. “Crecimos, ahora tenemos un restaurante que está en crecimiento, ubicado en una zona familiar, en Sarcobamba, al noroeste de la ciudad. Es familiar, allí abundan los árboles frutales y en torno a eso crecieron muchas casas familiares. Ellos son nuestros clientes principales, pero la idea es ampliar el negocio, ingresar en el tema educativo para difundir la importancia de consumir una buena sopa y el uso de los ingredientes. Yo crecí en torno a maíces, choclales y esos eran mis juguetes, quisiera que los niños palpen eso, porque esa es nuestra realidad”.

El caldo es más elaborado, requiere más tiempo en la olla, las sopas son más simples, “en Misk’isito tratamos de rescatar lo que son cereales, las lawas, y todo aquello tan boliviano”.

Nelva todavía vende paquetes turísticos, “pero cada vez este mi negocio me demanda más tiempo, así que pronto tendré que dedicarme completamente a él”, asegura.

Lourdes atiende un puesto de comida en la feria 16 de Julio /APG
Lourdes atiende un puesto de comida en la feria 16 de Julio /APG

Ella sobrevivió al covid-19 y saca adelante a sus cuatro hijos

Lourdes Valeriano es una sobreviviente del Covid-19, recuerda que se salvó de milagro. Hace ocho años, que todos los jueves y domingos, atiende su puesto de comida en la Feria 16 de Julio de la ciudad de El Alto. 

"A raíz de una separación, he quedado a cargo de cuatro hijos”. De ellos, dos ya son independientes, y dos todavía viven con ella. Los jueves vende una sopa con cuatro opciones de segundo. Los domingos, platos especiales. La oferta es económica, los platos oscilan entre Bs 10 a Bs 25. 

Es especialista en sajta, mondongo, fricasé, costilla de cerdo, ranga, ají de lengua, falso conejo, saice, milanesas.

Con su trabajo, que es arduo y sacrificado “me va bien nomás y he podido sacar adelante a mis hijos”.

La pandemia fue un tiempo muy difícil para ella, “los chicos tuvieron que mantenerme y cuidarme porque me contagié y estuve a punto de irme al otro lado. Fue un mes, el más duro de mi vida, sólo le pedía a Dios que salve mi vida, y me hizo el milagro, le decía ‘papito solamente te pido sanar para sacar bachiller a mi hijo más pequeño’, y el año pasado ya me entregó su cartón”.

Se curó con medicina tradicional y otros que le enviaron de Santa Cruz. “Con inyecciones y cuidados, pude salir adelante”. Luego, volver no fue fácil, pero siguió adelante y ahora esa es una experiencia más en su haber.

Charquecán Sajama, Eva Raquel /APG
Charquecán Sajama, Eva Raquel /APG

Tomó la posta de sus padres con el charquecán en Patacamaya

Aunque el charquecán es un plato orureño, su segunda capital está en el kilómetro 101 de la carretera que une La Paz con ese departamento, en la población de Patacamaya. Eva Raquel Pérez Lima, después de la pandemia, pidió a sus papás administrar el negocio Charquekán Sajama y sacarlo adelante, y le ha ido muy bien.

“Mis papás iniciaron el negocio hace 15 años. La población era casi desierta cuando empezaron, ha crecido muchísimo. Ahora nos ha surgido competencia, porque en la avenida Boliviamar, donde nos encontramos, hay varios locales que están en el sector que ofrecen este plato, pero eso es bueno, porque algunos turistas ya identifican a Patacamaya como referente de este plato”.

Eva Raquel relata que luego del encierro por Covid-19, tiempo en el que el negocio permaneció cerrado, sus padres habían decidido cerrarlo. “Yo me opuse, les dije que me haría cargo, y ahí comenzó mi gestión como administradora. Estudiaba una carrera relacionada con la administración, así que fue como anillo al dedo, aplicar mis conocimientos en este negocio familiar”.

Tiene 28 años, es madre soltera, y esto le jugó a favor para no descuidar el negocio y sacar adelante. "Me encargo de la parte financiera, la mercadotecnia, y he trabajado duro para atender eventos, nos hicimos conocidos. Luego hemos trabajado en mejorar la presentación del producto, y eso ayuda. El secreto es que trabajamos el charque desde cero, tenemos el control del secado, y del sabor, y eso nos diferencia, nos da ventaja frente a los demás restaurantes. Nuestro sabor es propio”, enumera Eva.

Confiesa que sus papás le marcan el paso. “Hemos crecido tanto, sólo le doy un dato. Mis papás trabajaban con una persona, ahora nuestro personal, para dar abasto a la demanda, ha crecido a diez. Así que vendemos bastante bien”, relata la joven emprendedora.

Lizbeth Ortega sigue la receta de mamá en los tamales de Doña Ercilia, en Padilla /APG
Lizbeth Ortega sigue la receta de mamá en los tamales de Doña Ercilia, en Padilla /APG

Los famosos tamales que salen de Padilla a Sucre y Santa Cruz

 Los tamales de Doña Ercilia son tan famosos que muchas personas viajan tres horas, desde Sucre hasta Padilla, para saborearlos.

Lizbeth Ortega es la emprendedora que relata que su negocio “nació a raíz de una necesidad económica y el deseo profundo de mi madre de ver profesionales a sus seis hijos, además de darle un valor agregado a la producción agrícola familiar, el maíz, que es el principal ingrediente de los tamales”, cuenta.

Además, ellos también procesan el ají padillense “que es uno de los mejores de Bolivia, y la carne de cerdo”. En una entrevista con EL DEBER Radio, Samuel Doria Medina contó que visitó todos los emprendimientos, y que tuvo que viajar hasta Padilla para visitar este. “Tenerlo nos llenó de emoción, vio toda nuestra producción”, cuenta orgullosa Lisbeth.

Tras la cosecha de maíz, se lo seca, esto pasa por el proceso del pelado, posteriormente la limpieza y molienda con lo que se prepara la masa. “Aparte de eso se prepare el relleno o gigote de los tamales. Todo este proceso toma entre siete a ocho horas”.

Tiene una historia de 25 años, cuando toda la familia llegó a la población de Padilla. “En la pandemia no tuvimos mucha dificultad, porque el negocio no requiere mucho contacto con la gente. Trabaja en un puesto ambulatorio en Padilla, y con pedidos para kermés y eventos sociales a las ciudades de Sucre y Santa Cruz, que son nuestros principales consumidores, producimos de 900 a 1.200 unidades al mes. El secreto es el amor, la pasión y el entusiasmo que uno le pone al producto al momento de elaborar”.