Benigna Shimokawa Toranzo es descendiente de la inmigración japonesa de los años 1950. Cuenta con mucho orgullo que su esposo tuvo la oportunidad de trabajar en el sector privado, mientras que ella siempre fue una apasionada de la costura.

21 de febrero de 2024, 15:00 PM
21 de febrero de 2024, 15:00 PM

Benigna Shimokawa Toranzo es descendiente de la inmigración japonesa de los años 1950, su padre llegó a Bolivia luego de la Segunda Guerra Mundial, en la que Japón estuvo involucrado en un conflicto bélico devastador. Fue un japonés que ingresó por Perú, se estableció en Cobija, Pando, donde formó familia y construyó una exitosa tienda comercial.

Los primeros inmigrantes

De acuerdo con la Sociedad Boliviana Japonesa, los primeros inmigrantes llegaron a Riberalta y eran 92 personas, eso pasó hace 120 años atrás. La nueva migración ocurrió poco después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, motivo por el cual este año recuerdan los 70 años de su traslado a Bolivia.

Benigna en Santa Cruz

Fue cuando llegó Benigna Shimokawa con sueños y esperanzas. Aterrizó en esta tierra sin conocer a nadie, pero con la certeza de que aquí encontraría un nuevo comienzo.

Eran los años dorados de la Santa Cruz de antaño, cuando sus calles aún no conocían el bullicio y la agitación que hoy las caracterizan. Era el año 1954. Conoció a Raúl Frederiksen gracias a un amigo en común, recuerda feliz, “nos enamoramos y nos casamos”.

Tres años después hubo la ceremonia religiosa, y decidieron quedarse buscando mejores oportunidades ya pensando en el estudio para sus hijos. Establecidos ya en tierra cruceña, formaron una familia numerosa con tres hijos, Raúl Antonio, Fátima María y Rossana Elena Frederiksen Shimokawa, además de diez nietos y cinco bisnietos. Esta tierra los acogió de brazos abiertos, y muy agradecidos la consideran su verdadero hogar.

“Alegría de tener pareja perseverando en el matrimonio”
“Alegría de tener pareja perseverando en el matrimonio”

El secreto de la longevidad

Este 2024, Benigna y Raúl celebran 70 años de matrimonio, una hazaña que no muchas parejas pueden celebrar. Ella cree que su secreto de longevidad es vivir bajo la bendición de Dios y eso radica en la comprensión mutua, el perdón y el amor compartido con la familia y amigos. Han enfrentado tiempos buenos y superado dificultades y enfermedades con constancia y paciencia. El amor es fundamental, dice la matriarca, “el que se profesan mutuamente, el que sienten por sus hijos y nietos, y el que Dios les brinda”.

La abuelita Benigna cuenta que ahora en su vejez, disfruta mucho de la lectura, la música y la contemplación de sus bisnietos que son la alegría de su hogar. Junto a su esposo salen a pasear cuando pueden y agradecen cada nuevo día que Dios les regala, esperando su voluntad.

Trabajo y esperanza

Cuenta con mucho orgullo que su esposo tuvo la oportunidad de trabajar en el sector privado, mientras que ella siempre fue una apasionada de la costura. Trabajaron incansablemente, asegurando lo necesario para vivir. En aquellos tiempos, no temían salir de noche ni dejar su casa sola. Sus hijos crecieron sin preocupaciones, y ahora se sienten agradecidos por la oportunidad que les dio Santa Cruz.

Sus nietos y bisnietos llevan consigo todo un legado de historia. Provienen de una mujer valiente, una inmigrante que encontró su lugar en esta tierra de esperanza.

Los bisnietos. Son los herederos de su historia de inmigrante
Los bisnietos. Son los herederos de su historia de inmigrante