La apertura de las fronteras ha animado a muchos chinos a salir del país, al tiempo que Pekín critica duramente las restricciones que ahora imponen algunos países a los viajeros procedentes del gigante asiático.

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11 de enero de 2023, 10:48 AM
11 de enero de 2023, 10:48 AM

A tres años de la primera muerte por Covid en Wuhan, China sufre el peor momento de la pandemia, en medio de la Fiesta de la Primavera. A pesar de la falta de estadísticas fiables, las imágenes de hospitales y crematorios desbordados indican que la epidemia está fuera de control.

Nerea Hernández, corresponsal de RFI en Pekín.

Tres años han pasado desde que se produjese la primera muerte por la COVID-19 en Wuhan. Hoy, China enfrenta su mayor ola de contagios por la enfermedad desde el comienzo de la epidemia en 2020, al tiempo que comienza la Fiesta de la Primavera, la mayor migración humana en todo el mundo en el que millones de chinos regresan a sus hogares para celebrar el Año Nuevo Chino y reuniones familiares.

Sin datos fiables que ilustren la dimensión real de los infectados por la enfermedad o de los muertos por Covid, los ciudadanos tratan de aprender a convivir con la enfermedad y aprovechan la libertad recuperada para viajar y encontrarse con sus familiares, algo que muchos llevaban tres años sin poder hacer por el estricto cierre mantenido por el Gobierno chino.

La apertura de las fronteras ha animado a muchos chinos a salir del país, al tiempo que Pekín critica duramente las restricciones que ahora imponen algunos países a los viajeros procedentes del gigante asiático. Pareciera haber olvidado tres años de requisitos muy estrictos y largas cuarentenas implementadas por China para cualquiera que regresase al país, además de la cancelación de las visas de turismo, estudios y comercio.

En Pekín, la normalidad está ganando terreno y pareciera que el pico de infecciones de esta primera ola se ha superado. Aunque las urgencias y las clínicas de fiebre siguen dejando imágenes conmovedoras de ancianos en camillas recibiendo oxígeno. Todavía hay saturación y, aunque los hospitales parecen medio vacíos, en las salas de urgencias encontramos personas durmiendo en camastros improvisados y enfermos esperando horas a ser atendidos.

Ahora, la mayor preocupación está en las zonas rurales, en el centro y oeste del país, donde las olas están llegando con algunas semanas de retraso, pero donde se teme que los daños puedan ser mayores por la poca accesibilidad y la falta de recursos médicos.

Equipos médicos de otras provincias y voluntarios viajan a los pueblos y condados más remotos. También, las autoridades han dado instrucciones para no cerrar las fábricas de medicamentos, con el fin de garantizar un correcto suministro de cara a un repunte de las infecciones.

Las ciudades grandes pueden superar la ola sin excesivas bajas, pero falta por ver qué ocurrirá en muchos rincones de China que, a pesar de haber contado con tres años para prepararse, esperar el peor de los escenarios pandémicos en medio de las festividades y con desventajas evidentes de recursos.