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Temblores en Chile: ¿qué pasa con los sismos en la región Norte grande?

La noche del 18 de julio, un sismo de magnitud 7,3 sacudió el norte de Chile, generando preocupación en las regiones de Arica, Tarapacá, Antofagasta y Atacama.

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21 de julio de 2024, 15:59 PM
21 de julio de 2024, 15:59 PM

La noche del 18 de julio, un sismo de magnitud 7,3 sacudió el norte de Chile, generando preocupación en las regiones de Arica, Tarapacá, Antofagasta y Atacama. Desde finales de junio, la zona ha experimentado múltiples temblores, levantando dudas sobre la posibilidad de un gran terremoto. ¿Qué dicen los expertos y cómo se prepara el país para enfrentar estos eventos? 

La noche del jueves 18 de julio, un fuerte sismo sacudió gran parte del norte de Chile. El movimiento, de magnitud 7,3, tuvo su epicentro a 20 kilómetros al sur de San Pedro de Atacama, en la región de Antofagasta, y una profundidad de 166 kilómetros, según señaló el Centro Sismológico Nacional (CSN). 

El movimiento telúrico, registrado a las 21:50 hora local, fue percibido en las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Atacama y Coquimbo, según informó el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred).

Desde el 30 de junio de 2024, el Norte Grande de Chile -que integran las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y la mitad norte de Atacama-, experimentó una serie de sismos de baja magnitud. Estos fenómenos generaron preocupación tanto entre los científicos como entre los residentes locales. 

Muchos medios locales, titularon que el acontecimiento se debía a un "enjambre sísmico". Luis Donoso, Sismólogo y académico de Geofísica Aplicada de la Universidad del Desarrollo indicó a France 24 que, “un enjambre sísmico es una serie de sismos en un lugar determinado, durante un tiempo finito, puede ser dos días, tres días, cinco meses, pero termina y no hay ningún sismo que sea de una magnitud más relevante que otra”. 

Los movimientos telúricos registrados, se dieron principalmente en la Región de Tarapacá y áreas cercanas a la Mina Collahuasi, con réplicas que se han sentido en localidades como Antofagasta, Socaire y Pica. 

Según el Centro Sismológico Nacional, se registraron más de 50 temblores con magnitudes que oscilaron entre los 2,7 y 3,8 grados en la escala de Richter. Pero, ¿estos movimientos se configuran como un enjambre sísmico?

Chile, situado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, es una de las zonas más activas sísmicamente del mundo. Esta actividad constante se debe al deslizamiento del borde de la placa de Nazca, por debajo del borde de la placa Sudamericana, un fenómeno que los expertos denominan subducción y que genera una acumulación significativa de tensión en la corteza terrestre. 

Donoso, explicó a este medio que “cuando existe una zona de subducción activa, como la que se encuentra en el margen del Pacífico, los grandes sismos de magnitud 8 o superior siempre van a estar asociados al contacto entre placas”. 

El experto mencionó que en Latinoamérica, “llevamos 40 millones de años temblando y seguiremos otros 40 millones más”. En ese sentido, el Donoso asegura que lo que ocurre en el norte de Chile, en realidad refiere a un ‘nido sísmico'. 

En este contexto, destacó la relevancia de no confundir el concepto de nido sísmico con otros fenómenos. “Un nido sísmico es un volumen de roca en el cual tiembla de manera constante; constantemente se están generando eventos sísmicos. Pero una vez que ocurre un evento, por ejemplo, de magnitud 5 o 6, no hay una relajación de esfuerzos, sino que se mantiene y persiste en el tiempo”. 

Ejemplos de nidos sísmicos incluyen el nido de Bucaramanga en Colombia, y otros en Rumania, Afganistán, Fiji y Ecuador. 

¿Podría ocurrir un gran terremoto en el norte de Chile? 

La región de Tarapacá, es una zona conocida por su alta actividad sísmica debido a la subducción de la placa de Nazca bajo la placa Sudamericana. El concepto de subducción refiere al deslizamiento del borde de una placa de la corteza terrestre por debajo del borde de otra. 

La probabilidad de que los recientes sismos en el norte de Chile desencadenen un evento de mayor magnitud en el futuro cercano es un tema complejo que depende de varios factores geológicos y estadísticos.  

Orietta Nicolis, doctora en Estadística aplicada a las Ciencias Económicas y Sociales de la Universitá degli Studi di Padova, Italia, y académica de la Universidad Andrés Bello, explicó a France 24 que hasta el momento, “los indicadores que hemos investigado no han detectado anomalías evidentes que podrían predecir un terremoto de gran magnitud”. 

La región norte de Chile, donde ocurre la subducción de la placa de Nazca bajo la placa Sudamericana, es conocida por su alta actividad sísmica y su capacidad para generar grandes terremotos. Nicolis advirtió que “el riesgo sigue siendo muy alto, dado que algunos terremotos ocurren sin señales precursoras”. 

Para la académica, el análisis de la secuencia sísmica actual sugiere que, aunque se registraron numerosos temblores, la energía liberada no ha sido suficiente para aliviar completamente la tensión acumulada en la zona de subducción. Esto implica que existe un riesgo elevado de que ocurra un terremoto de mayor magnitud en el futuro cercano, en los próximos meses o años. 

Por otro lado, Donoso destacó la importancia de distinguir estos sismos de otros que podrían generar mayores problemas, como los grandes sismos que han afectado Mendoza y San Juan, provincias argentinas fronterizas a Chile. “Nuestra memoria histórica en términos sismológicos es bastante débil; nos olvidamos del sismo ya a los cinco o diez años como un recuerdo vago”. 

Donoso explicó que toda la demás sismicidad, fuera del plano de subducción, está relacionada con los sistemas montañosos. “Esa roca se deforma plásticamente, se generan pliegues y, cuando ya no soporta el estrés, se fractura. Cuando se fractura la roca, se genera un sismo”. 

Un país preparado para los sismos 

Los residentes de las localidades afectadas, como Antofagasta, Socaire y Pica, también han sentido el impacto de estos sismos. Aunque los temblores registrados han sido de baja magnitud, la frecuencia de estos eventos ha generado una sensación de incertidumbre y ansiedad entre la población.  

Las autoridades locales han emitido recomendaciones para que los ciudadanos se preparen adecuadamente, incluyendo la creación de planes de emergencia familiares y la revisión de las estructuras de sus hogares para garantizar su seguridad en caso de sismos más fuertes. 

Chile cuenta con un avanzado sistema de monitoreo sísmico, y eventos como este subrayan la importancia de mantener y mejorar estas capacidades. 

Donoso subraya tres pilares fundamentales para enfrentar los sismos: educación, normativa de construcción y gobernanza. 

“Si la gente no sabe cómo reaccionar antes, durante y después de un sismo, todo se hace más complejo”, destaca el experto. Y resalta la importancia de tener elementos básicos como agua embotellada, ya que los sismos pueden dislocar los sistemas logísticos por 72 horas a una semana. Añade que “la cultura que se genera por un gran sismo tiene una memoria que no va más allá de 30 a 40 años”. 

En cuanto a la normativa de construcción, Donoso destaca la evolución en Chile a lo largo de casi 100 años. “Tenemos sismos desde 1927 en Talca, 1935 en Chillán, donde se elabora el primer Código de Construcción, se refuerza con el gran terremoto de Valdivia en 1960, se vuelve a modificar con el sismo en 1985 en Algarrobo y nuevamente en 2010”. Esta normativa agrega valor a la infraestructura, pero garantiza que, incluso tras un sismo de magnitud 8.8, “en términos de infraestructura, habitabilidad y logística, el país estaba funcionando a la semana”. 

La tercera pauta es la gobernanza. Donoso explica que los estados deben definir políticas públicas que apunten a la seguridad de las personas, la continuidad operacional de los negocios y la minimización de pérdidas operacionales. “Si yo tengo una industria y me afecta, por ejemplo, un sismo, no quiero estar sin producir un mes o dos meses”. Mitigar el daño y reducir el período de inactividad es crucial, ya que “el sismo genera pobreza, pero si se logra mitigar ese daño, ese período se acorta”. 

Chile cuenta con un avanzado sistema de monitoreo sísmico y una cultura de preparación ante desastres. Sin embargo, la naturaleza impredecible de los terremotos exige una mejora continua en las estrategias de mitigación y una educación constante para la población. En este contexto, la colaboración entre científicos, autoridades y ciudadanos es crucial para enfrentar los desafíos que presenta la actividad sísmica en una de las regiones más activas del mundo.