Testimonios de los que vivieron de cerca el horror y tuvieron que sobreponerse. Las personas que trabajan en los alrededores de Eurochronos relatan su experiencia durante el trágico asalto a la joyería

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13 de agosto de 2017, 22:00 PM
13 de agosto de 2017, 22:00 PM

Los recuerdos están presentes en las personas que presenciaron la balacera que se produjo el jueves 13 de julio en el cruce de las avenidas Irala y Velarde, que provocó la muerte de cinco personas en un intento frustrado de robo a la joyería Eurochronos. Por la cabeza de algunos testigos todavía retumban los sonidos de las balas, las escenas sangrientas, el desespero de los transeúntes por buscar un lugar para escapar del fuego cruzado, pero son pocos los que se atreven a hablar con libertad sobre el hecho.

La mayoría teme que por pronunciar una palabra la Policía lo involucre en la investigación y después los convoquen a declarar al Ministerio Público. 
Uno de los que se atreve a relatar lo sucedido, pero con la condición de no revelar su identidad, es un joven guardia. Asegura que vivió una experiencia de terror a sus 22 años. El lugar donde trabaja está a media cuadra del hecho, sobre la calle Independencia.

Relató que entró a trabajar, como de costumbre, a las 8:00. Era una mañana tranquila y él estaba sentado cuando comenzó a escuchar como si estuvieran lanzando pausas (petardos), pero cuando salió al corredor se percató de que las personas corrían desesperadas y gritaban: “¡Están robando!”.

“La gente se salía de sus vehículos y los dejaban parados en la calle, muchos con el motor encendido y las puertas abiertas. Se empezaron a entrar a los negocios, edificios y a cualquier otro lugar que sirviera de refugio. Un oficial de la Policía que estaba en motocicleta instruyó que permita el ingreso de la gente que buscaba resguardo”, expresó el testigo.

Hasta la fecha, un mes después del robo frustrado en Eurochronos, el hombre lamenta no haber grabado las escenas del crimen, atribuido a la organización delictiva brasileña PCC, porque estaba con un teléfono de Bs 100, aunque su consuelo es que pudo llamar a la Policía. “Creo que todos estaban en lo mismo, porque cuando me contestaron me dijeron que habían enviado refuerzos. La gente se daba modos para grabar con sus celulares”.

Una vendedora de dulces que tiene su puesto en la acera del Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado, que colinda con el edificio donde funcionaba Eurochronos, recordó que esa mañana dejó todo abierto y corrió a protegerse en el sótano del museo, porque ahí se fueron casi todos los trabajadores del lugar. “Ni siquiera pensé en que me podían robar la mercadería”.

Sin medir peligro
Aly Medina (54) trabaja en la biblioteca  del museo de Historia natural Noel Kempff Mercado, dependiente de la Uagrm, desde hace 18 años. El 13 de julio ingresó al edificio, como acostumbra desde hace casi dos décadas, sabía de sobra que una pared separa su oficina con la de Eurochronos, donde ocurrió el tiroteo. El hombre no puede asimilar que a pocos pasos, a sus espaldas, ocurría el asalto más trágico en la historia de Santa Cruz y del país.

Al principio pensó que se trataba de una marcha de protesta de los trabajadores de salud, porque las oficinas de la Caja Nacional de Salud también se encuentran ubicadas en la zona, pero luego escuchó: “pum, pum, sonaba y sonaba, de ahí miré a un señor que se asomó a la puerta, asustado; pensé que era un accidente, pero cuando me acerqué a la puerta me topé con los policías, reinaba la confusión. Un señor me dijo: ‘Parece que asaltaron el banco’, pero luego nos dimos cuenta de que era al lado. El policía pidió que no salgamos. Las mujeres corrieron hacia adentro y los hombres nos quedamos curioseando, pero enseguida llegaron refuerzos policiales y nos replegaron”.

La Policía se vio obligada a requisar las oficinas del museo. No descartaban que alguno de los antisociales pudiera haber ingresado al edificio para esconderse. Todo era muy confuso”, relató el hombre.

Después de eso, continuó el testigo, “unos siete policías armados pidieron que desalojemos el edificio y nos llevaron a la esquina. “Había dejado el celular en la oficina y me permitieron volver para recogerlo, por eso no pude filmar nada. A las mujeres las llevaron al sótano. Recién a las 11:30 volvimos a trabajar”.

“He visto que sacaron a un herido, parece que era policía; también presencié que había un supuesto delincuente, de camisa azul con su revólver en la mano, que se fue entre la gente. “En ese momento todo era un alboroto”, relató Medina.

Su rol con la seguridad

Uno de los guardias de seguridad de un edificio próximo a Eurochronos informó de que en el video que grabaron las cámaras fijas ubicadas en el exterior del inmueble, ubicado cerca de la avenida Irala y calle Independencia, muestra a uno de los antisociales que llegó caminando por la calle Independencia y después corre, con la metralleta en mano y con una mochila abierta en su espalda, donde tenía otras armas y municiones. 

“Estaba como tratando de llevarle municiones a los que estaban dentro de la joyería”, afirmó.

“Todo lo he presenciado de abajo y tuve la oportunidad de acercarme a la esquina porque yo trataba de advertir a la gente que no se arriesgara mucho porque todos estaban sin chaleco antibala y sin ninguna otra protección”, describió el guardia de seguridad. 

En hombre admitió que sintió “un poquito de miedo, unos dos segundos. Creo que luego estuve corajudo porque he salido como unas tres veces a tratar de evacuar a la gente del lugar. Cuando la Policía me instruyó que permita el ingreso de personas al inmueble, requisé a cada persona, incluso las mochilas que llevaban. Cada uno que buscaba refugio lo revisaba y luego permitía su paso”, comentó el hombre.

Vuelta a la normalidad

Lo sucedido en esta céntrica esquina del primer anillo quedará en la memoria de los bolivianos, pero la cotidianidad también siguió su curso. El mismo jueves 13 de julio, horas más tarde del trágico enfrentamiento, los negocios comenzaron a atender al público. La sucursal del Banco Mercantil Santa Cruz, que está al frente del lugar de la balacera, resultó afectada con el cruce de balas. Tuvo vidrios roto, pero puso a buen recaudo a los 20 clientes que estuvieron en su edificio al momento del asalto a Eurochronos, al igual que a los 40 funcionarios. Los daños fueron reparados.

En el local Wist’upiku, situado a lo diagonal de Eurochronos, donde también hubo vidrios quebrados, los trabajadores y los clientes terminaron escondidos detrás del mostrador. 

“Todos estábamos en el suelo, gateando en el piso para resguardarnos de las balas”, comentó Ximena Valero, que nunca pensó pasar una situación de estas a sus 18 años de vida.

“Primero pensamos que hubo un choque, pero minutos más tarde salió el policía, pero detrás suyo estaba el maleante poniéndole la pistola en el cuello. La gente se asustó, y algunos estaban llorando. Había una mujer embarazada. El susto fue mayor porque una bala rompió el vidrio y uno de los maleantes se vino aquí, en la ventanita, pero luego se fue para el frente con su metralleta. Por suerte no logró entrar, porque parecía que buscaba dónde esconderse”, relató Ximena, que ese día llegó a su horario de ingreso, a las 8:00, y estaba  acomodando los pedidos cuando escuchó los disparos y con sus colegas atinaron a cerrar de inmediato las puertas. “Los días después del asalto teníamos miedo hasta del sonido del timbre. Por seguridad nos pusieron una puerta negra, con una reja”, dijo.

Lo ocurrido es tema de conversación de los clientes. Un hombre mayor que frecuenta este lugar de venta de empanadas cree que es afortunado, porque  justo ese día no acudió a tomar su chocolate y su empanada blanca que suele pedir.

Las chicas del salón de belleza que está al lado también se encerraron y observaron temerosas desde adentro.

El lente ciudadano se expuso al peligro y permitió contar todo desde el lugar del enfrentamiento
En su celular tiene registrado los momentos trágicos de la mañana del 13 de julio. Muchos videos están en movimiento y claramente se escuchan disparos y las alarmas de los motorizados que quedaron detenidos en plena vía pública. Tuvo que correr para protegerse, por lo que no fue nada fácil captar estas imágenes, comenta el joven, que dice tener 26 años, vendedor de una tienda de la zona.

Al igual que muchos, fue testigo del momento que mataron al Policía que conducía una camioneta y también resultó herido otro, que sacó fuerzas para buscar ayuda en la Caja Nacional de Salud. “Eso pasó en mis narices. La camioneta chocó contra un micro porque el conductor recibió el impacto, aunque primero impactó en la acera. Cuando comenzaron los tiros la gente se bajó de su auto”, relató el joven.

Afirmó que llegaba de recoger una mercadería en un camión, que no pudieron descargar ese rato. “Cuando estábamos en el semáforo, en la esquina de Eurochronos, observé a un policía parado y alguien apuntaba con una metralleta en su cabeza. Enseguida le informé a otro policía, que estaba cerca, que al lado estaban robando y él dio la alarma. Esto ha sido cerca de las 9:00. La verdad me arriesgué en hacer unas filmaciones, pero no son buenas, porque tenía que correr. Las mejores imágenes fueron tomadas de arriba”.

 Las balas llegaron a vehículos que estaban en la otra esquina. “Nunca pensé que pudiera pasar eso en un día de trabajo, siempre veo película de acción porque me gustan, pero el hecho de escuchar tiros y que maten en tus narices, es diferente”, señaló.

Sintió que vigilaron la zona desde junio
 Algo que llamó la atención a Delia de Lacoa, una vecina que está por cumplir 80 años, fue la vigilancia que percibió que hacía un tipo cerca de su casa. Esa situación se hizo sentir desde   junio, y comenta que sintomáticamente en ese tiempo hubo dos atracos en ese sector, pero nunca imaginó que lo peor estaba programado para la mañana del jueves 13 de julio. 

Ella vive con su esposo, con quien se turnaban para salir y no dejar sola su vivienda, por temor a los antisociales.
Dijo que para hacer notar que su casa no quedaba sola se daba modos para salir a la calle con su escoba a la calle.
Cuando sucedió el enfrentamiento estaba en casa y observó todo desde su reja, porque la Policía no la dejaba salir más afuera. Asegura que esta es una zona tranquila, pero que lamentablemente en los últimos meses fueron noticia por atracos.