Mis nietos han hecho que me pregunte alguna vez por qué su abuelo siente mayor cariño por ellos que por los hijos. Busqué respuestas a mi inquietud. Creo haberlas encontrado. No es que se los quiera menos. Solo es un amor diferente que no tiene las responsabilidades ni el estrés del amor por los hijos. Los nietos nos ofrecen otra oportunidad de entregar amor y como abuelo ya no tienes que cumplir el rol de educar y formar, de reñir ni de imponer normas. Los padres se encargarán de eso. 

Se atribuye al gran Gabo, aunque podría ser de autor desconocido, un bello poema para leer con un pañuelo a mano. Titula Cuando los padres nos quedamos huérfanos de nuestros hijos. Por razones de espacio van partes de la pieza. “Hay un periodo cuando los niños crecen independientemente de nosotros como árboles murmurantes y pájaros imprudentes…crecen sin pedir permiso a nadie…crecieron sin que agotáramos con ellos todo nuestro afecto…salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas”.

El nieto es la hora del cariño ocioso y la picardía no ejercida con los propios hijos. Por eso los abuelos son tan desmesurados y distribuyen tan inolvidable cariño. Los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro afecto. Así es. Los seres humanos solo aprenderemos a ser hijos después de ser padres, solo aprenderemos a ser padres después de ser abuelos. En fin, pareciera que solo aprendemos a vivir después de que la vida se nos va pasando. Disfrutemos de nuestros hijos y nietos en cada una de sus etapas mientras duremos vivos. (Ivana y Gael, los extrañé mucho en su ausencia)