La decisión del presidente de Argentina, Javier Milei de privatizar Aerolíneas Argentinas marca un nuevo capítulo en las políticas económicas de ese país, y despierta viejas tensiones sobre la gestión de empresas estatales. Respaldada en una ley de Reforma del Estado menemista, esta medida busca frenar un déficit crónico que, según el Gobierno, ha drenado las arcas públicas por más de $us 8.000 millones, el equivalente a un año de exportaciones bolivianas.

El vocero presidencial, Manuel Adorni, no escatimó en críticas argumentando que las administraciones ‘populistas’ han llevado a la firma a la ruina, forzando al Estado a transferir recursos públicos para sostenerla. ¿Por qué los argentinos que nunca han viajado en su vida deben cubrir esta atrocidad? No tiene absolutamente ningún sentido. La falta de empatía ha reinado en la Argentina durante años", dijo.

Si bien la empresa arrastra ineficiencias estructurales como la plantilla ´´sobredimensionada´´ de 1.204 pilotos para 81 aviones, como señaló Adorni, falta un análisis que deja espacio para interrogantes. ¿Qué consecuencias tendría la privatización? Es fundamental que este proceso no sea solo una transferencia de activos, sino una reforma integral que asegure un servicio accesible. Además, el éxito de esta operación puede servir para que en Bolivia se revisen las empresas estatales deficitarias con el objetivo de que puedan recorrer el mismo camino buscando la eficiencia.