Querido José María,

Me dijiste que estuviste en la marcha hacia La Paz junto a otros gremialistas, pidiendo la renuncia de las autoridades interinas de impuestos y aduana, y arancel cero para las importaciones de productos que no producimos en el país. Quiero felicitarte por eso.

La Aduana Nacional, que se supone debe ayudar a nuestro país, está haciendo todo lo contrario. El contrabando en Bolivia ha crecido mucho y dicen que afecta a muchas industrias y empleos. Pero lo peor de todo, es que no hay ningún gran contrabandista en la cárcel porque muchas autoridades permiten que esto ocurra. Aunque habrá algunos aduaneros honestos, todos sabemos que el contrabando beneficia a políticos, sus familias y amigos. Se dice que hasta gratis trabajan algunos en diferentes puestos aduaneros.

Te cuento que el presupuesto de la Aduana Nacional aumenta cada año, pero sus resultados no mejoran. Gastan mucho dinero en luchar contra el contrabando, y lo que decomisan no vale ni lo que han gastado. Sus ingresos por recaudaciones son casi los mismos de hace años. Está claro que la Aduana Nacional nunca sirvió en casi doscientos años de existencia.

Lo que pasa es que el contrabando es un tema económico, no solo legal. Los consumidores quieren productos más baratos y los comerciantes informales aprovechan esa demanda. Así de simple. Por eso todos siempre compramos algo que viene del contrabando. Pero el Estado ha decidido que el contrabando es un delito, cuando en realidad, en Bolivia trae más beneficios. Hasta la inflación ha sido baja en Bolivia durante años por los precios bajos que como consumidores encontramos gracias al contrabando y la informalidad.

Entonces, el contrabando no es el problema, es solo el síntoma del problema verdadero: impuestos y aranceles altos que encarecen los productos legales, la burocracia excesiva y la corrupción. Por eso hay tantos vehículos chutos y tanta informalidad. Los comerciantes informales, como tú, son sobrevivientes de un Estado abusivo que no brinda oportunidades para el sector privado ni respeta las libertades individuales.

La única solución real es dinamitar la Aduana Nacional, figurativamente hablando, quitando impuestos y aranceles. Debemos empezar por los productos que no producimos en Bolivia y luego, preparar a las industrias para hacerlo con todos los productos. Así, el comercio sería más libre y no habría necesidad de contrabando. Podríamos comprar ropa, comida, medicamentos, autos nuevos y maquinaria a precios más bajos y sin tantas complicaciones. Sería un beneficio para todos, especialmente para los más pobres.

Siempre dicen que eliminar aranceles dañaría a la industria local, pero en realidad, les permitiría importar insumos más baratos y competir por calidad, no por protección estatal y por quien tiene más muñeca con el gobierno. Los consumidores no deberían pagar más por productos que en el extranjero son mejores y más baratos, solo para que algunas industrias locales vendan más. Ahora, no es que la Aduana Nacional tenga que desaparecer completamente, sino que debería existir solo para controlar productos peligrosos, el narcotráfico y el terrorismo internacional.

Querido José María, no te sientas avergonzado por ser comerciante informal. Estás respondiendo a una necesidad del mercado y a las trabas que pone el Estado. La solución no es luchar con más barreras al contrabando, sino cambiar el sistema para que la formalidad y la importación legal sean más ventajosas que contrabandear. En las próximas elecciones, vota por un gobierno que entienda esto.