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No es lo mismo ser borracho que cantinero
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16 de agosto de 2024, 4:00 AM
Los humanos, por naturaleza, somos egoístas, por eso la consulta sobre la subvención no tiene sentido. El “hedonismo” es la base científica de este patrón conductual, que sostiene que los seres humanos, privilegiamos el placer y el bienestar, por encima de cualquier razón colectiva, que contradiga nuestros intereses, por más correcta que esta pueda ser. El placer contrasta con el dolor. Preguntarle a la gente si quiere subir los carburantes y empeorar su situación económica, es un absurdo descomunal.
La gente busca ser feliz, aun si eso implica ser irresponsable. Por eso, cuando le asfaltan la calle, luego pide una posta de salud. No entiende de presupuestos o deudas, simplemente quiere vivir mejor. Compramos cerveza aun si falta leche, gastamos los ahorros para viajes de diversión, la mayoría de las veces, el placer triunfa sobre las prioridades. Estos son los sueños de la clase media, que, en Bolivia, pueden terminar siendo los más egoístas de esta historia; paradójicamente ese voto que migró a las ciudades promasista y que no va a retroceder en su ascenso social. Primero yo, luego el infierno.
El proyecto masista afianzó su éxito político, de casi 20 años, sobre el modelo económico social comunitario productivo. El modelo económico se construyó sobre la distribución del excedente de materias primas, fiel receta chavista; una vez que se agotaron los excedentes, se agotó el modelo, que está arrastrando al proyecto político a su fin.
El subsidio a los carburantes es un viejo problema, que padece el 80% de los países de Suramérica y aporta al gran déficit fiscal, pero a ningún presidente se le ocurrió consultar a la gente sobre su continuidad, habrá que preguntarse ¿Por qué? El progresista Gustavo Petro, hace un año, viene incrementando mensualmente el precio de la gasolina; lo mismo ocurre, con el liberal Daniel Noboa, que, desde junio, anunció reducir gradualmente el subsidio. No se trata de izquierdas o derechas, se trata de responsabilidad nacional, entendiendo claramente su rol y que, en la industria de la política, no es lo mismo ser borracho que cantinero, el deber de este último, es precisamente administrar la cantina.
El ministro Montenegro afirmó, hace una semana, que el déficit fiscal no es un problema urgente, sino solo la subvención. Este es el triunfo del dogma sobre la razón. Trata a toda costa de ocultar el modelo agonizante, negando una realidad que los desborda. En 24 horas, la COB, demanda controlar las divisas a los exportadores; por otro lado, el gobierno anuncia arancel 0 para la harina y el trigo, más medidas que desacreditan la tesis del ministro.
No hay razón técnica que explique por qué Bolivia no terminará como nuestros vecinos. Un nuevo tiempo, solo comienza con el “déficit cero” y el epitafio del modelo; mientras más tarden en reconocerlo, el golpe para todos será más estrepitoso.
Las grandes cuestiones de Estado, nos recuerdan que, en nuestro país, tenemos políticos que son un mar de conocimiento, con un centímetro de profundidad. Estos son los capítulos de la historia donde se agiganta el recuerdo de hombres como Paz Estenssoro.
Incluir la reelección y los escaños en esta propuesta de referéndum, aporta más confrontación a la coyuntura en el peor momento, aleja a los actores y regiones, los atrinchera, dinamita sinergias, cuando en un momento tan crítico, el gobierno, necesita justamente lo opuesto: construir viabilidad. La clase política todavía puede encontrar soluciones, luego, en la calle, el poder se desvanece.
Maquiavelo decía: “El príncipe obstinado, tiene que ver su cabeza rodar en el suelo, para enterarse de que está muerto”.