José Manuel Ormachea

Está de moda criticar a La Paz. Bolivia se va acostumbrando a tildar a la Sede de Gobierno como un “gigante moribundo”, un lugar “sin rumbo” y que “ya dio todo lo que pudo dar”. Se piensa que nuestro único destino de cara al Siglo XXI es caer en la irrelevancia. Sin embargo, las cosas no son como el facilismo de análisis muchas veces invita a creer. A continuación, resaltaremos una serie de razones para sentirnos orgullosos de La Paz en 2024 y que nos invitan a pensar en cómo estas ventajas comparativas aún nos pueden catapultar hacia un nuevo siglo de prosperidad paceña.
El área metropolitana de La Paz cuenta con el sistema de transporte urbano más moderno, interconectado y barato en relación kilómetro recorrido-precio del país. El sistema La Paz Bus (los famosos “Puma Katari”), más las 10 líneas de teleférico que conectan a casi la totalidad de La Paz y El Alto, sumado a diversas opciones de transporte privado y sindicalizado generan una oferta en la que resulta prácticamente imposible no llegar a cualquier punto de la metrópoli por un costo de alrededor de 7Bs. (1 dólar oficial), cosa que no ocurre en otras grandes urbes del país y la región.
En cuanto a la movida cultural, turística y gastronómica, la ciudad del Illimani sigue siendo la puerta de entrada y destino preferido del turismo del exterior, sobre todo por las atracciones contiguas a la urbe: el lago Titicaca, la ruta de la muerte, la reserva Senda Verde, los Yungas, el parque nacional Madidi, Tiahuanaco y Sorata, por nombrar algunos, además de los nevados, siguen entre los destinos más demandados del país por visitantes del extranjero. La Paz es el departamento más biodiverso de Bolivia al contar con altiplano, valle y trópico a la vez (70% del departamento se encuentra en la zona tropical, contrario a lo que muchos creerían).
La ciudad de La Paz es la ciudad capital de departamento más segura de Bolivia, cuenta con los índices más bajos de delitos comunes y homicidios per capita del país. Claramente, ayuda ser la Sede de Gobierno por la cantidad de policía, pero sabemos que existe un “mito urbano” que insinúa que esta sería una ciudad “muy peligrosa”. Todo lo contrario.
La oferta gastronómica de alta gama de cocina fusión hoy tiene como centro del país a la ciudad de La Paz. Restaurantes como Gustu, Manqa, Ancestral, La Rufina, Phayawi, Popular Cocina, Ali Pacha y la experiencia “Clandestino”, están marcando época en la escena culinaria paceña. Ni hablar de la legendaria “noche bohemia” paceña que continúa siendo de lo más interesante, diversa y extravagante. La oferta de museos, obras teatrales y exposiciones de arte son de lo mejor y más variado del país. El Teatro Municipal Alberto Saavedra Pérez es un tesoro nacional.
Nadie puede cuestionar que el área Sopocachi-San Jorge se encuentra entre los barrios más lindos del país. El Estadio Hernando Siles, nuestro “Gigante Miraflorino”, continúa siendo el templo principal del balompié nacional; la zona sur, área de la mayor parte de las residencias diplomáticas y de la burguesía tradicional paceña, del emprendimiento cualificado y de los cafés, bares, hoteles, colegios, universidades, clubes sociales, edificios y tiendas con mayor exclusividad de la ciudad; el “área norte” cuenta con el bosque Pura-Pura, pulmón de la ciudad y la zona de comercio gremialista, donde la “nueva burguesía aymara” nos deslumbra cada vez más a todos por su fastuosidad en la celebración del Gran Poder y por sus construcciones tipo “cholet”, sobre todo en El Alto.
Los paceños siempre nos jactamos de ser primero bolivianos y después paceños. En La Paz, el “regionalismo liviano” lo consideramos una virtud antes que un problema. No obstante, también es cierto que La Paz no tiene y nunca tendrá la intención de parecerse a nadie, y justamente eso es lo que siempre la hará única.