Las precipitaciones se mantendrán por debajo de los niveles registrados normalmente en octubre, noviembre y diciembre, advierten los informes que muestran una disminución significativa de las lluvias en el departamento de Santa Cruz, que está siendo golpeado por la sequía y los incendios forestales.
En los últimos diez años, el volumen de lluvias ha disminuido a la mitad, según datos de la Gobernación. Comparaciones de los primeros meses del año así lo demuestran. Entre enero y julio de 2024 cayeron 713,5 milímetros de agua, en contraste con los 1.634 milímetros registrados en el mismo periodo de 2014. En esos meses de 2023 cayeron 492,4 milímetros y en 2022 apenas se alcanzaron 327,1 milímetros.
Julio César Claure, responsable del Sistema de Información y Comunicación (SIC) de la Gobernación, explicó en reiteradas oportunidades que la falta de lluvias es una consecuencia del fenómeno climático El Niño, lo que ha complicado el problema de los incendios, ya que el bosque y terreno seco son el combustible para que el fuego se propague.
Pero la situación se puede complicar más con La Niña, que traerá menos lluvia y se sentirá en los próximos meses.
El informe del Instituto Cruceño de Estadística (ICE) que recoge datos de las precipitaciones de las distintas estaciones meteorológica también muestra el impacto del cambio climático con la disminución de lluvias, especialmente en zona secas.
En el caso de Cordillera, en 2022 la disminución de lluvias en diciembre fue del 70 por ciento en comparación con 2018. “Estos datos indican una tendencia de disminución considerable en las precipitaciones con respecto a 2018 posiblemente por el evento de El Niño”, dice el estudio.
La investigadora, Mónica Guzmán, que es parte del equipo de investigación de la universidad Católica, indica que la recarga de acuíferos se impacta gradualmente, porque la tasa de pérdida disminuye cada año.
En el último trabajo realizado por este equipo, notaron que en los últimos 20 años en San José de Chiquitos disminuyó notoriamente la recarga hídrica. “Cuando hicimos las correlaciones, la primera causa era la disminución de lluvias y el segundo efecto era la pérdida de cobertura boscosa”, dijo Guzmán.
Una parte de la investigación también advierte del impacto de los incendios forestales. Señala que la cantidad de agua que ingresa a los acuíferos, después de un incendio forestal, tiende a disminuir; no obstante, bajo ciertas condiciones muy particulares la recarga puede aumentar. Tampoco se puede perder de vista que la ceniza, dependiendo de su composición, podría llegar a introducir al acuífero elementos químicos que puedan dañar severamente la calidad del agua subterránea.
Organismos internacionales advierten del impacto del cambio climático en América Latina y el Caribe, donde cerca de 150 millones de personas viven en áreas con carencia de agua, según datos del Banco Mundial. Este problema no solo afecta la disponibilidad de agua para el consumo humano, sino que también impacta en la agricultura, las industrias y los ecosistemas, generando consecuencias negativas como la escasez de alimentos.
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