La motivación, el compromiso y la creatividad son elementos muy importantes en la formación de un estudiante; sin embargo, no lo son todo. La formación de hábitos, la capacidad innata y las interacciones con el entorno, la familia y las amistades también tienen un papel muy importante en el camino hacia el éxito académico.
Los hábitos son comportamientos que se realizan con frecuencia y de manera casi automática, rutinas tan arraigadas que nuestro cerebro realiza solo y que conforman el 40% de las acciones que efectuamos en una jornada. En el caso de los estudios, estos incluyen estrategias, técnicas y habilidades que se aplican para optimizar el tiempo y el esfuerzo invertido en el aprendizaje. Pueden abarcar distintos aspectos, como la planificación del tiempo, el lugar de estudio, el uso de recursos y herramientas de aprendizaje, entre otros.
“Estos hábitos incluyen (acciones como) prestar atención en el salón de clases, tomar notas y resolver ejercicios. Estos hábitos son esenciales para el éxito académico, pero no son lo único que importa”, comenta Raúl Alberto Chuquimia Callisaya, de la Jefatura de Enseñanza y Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Según Chuquimia, para alcanzar e interiorizar hábitos de estudio es necesario seguir algunos pasos, que a su vez permiten al estudiante ser exitoso en su formación.
“Por ejemplo, es importante establecer metas claras y alcanzables, esto sirve para motivarse, también es necesario establecer horarios de estudio y cumplirlos, de acuerdo a las tareas, priorizar tareas importantes, identificar las tareas que requieren mayor tiempo de dedicación y esfuerzo y realizar estas tareas primero, concentrarse y evitar distracciones y tener claras nuestras prioridades en la vida, lo que brindará una motivación al momento de realizar cualquier tarea o responsabilidad.
En el caso del hábito de estudio, el experto, recomienda empezar por establecer metas a corto, medio y largo plazo; como una motivación para recordar todos los días. En la misma línea, Monroy, asegura que el estudiante “debe hacerse consciente de su responsabilidad en la disposición de sus tiempos, manifestar un autocompromiso con su formación académica”.
Organizar el tiempo, ahora, es sencillo. Existen herramientas digitales que permiten llevar un control de la agenda diaria en un dispositivo tecnológico cercano como el celular.
También es importante conocer el estilo de aprendizaje, que le permitirá fortalecer canales para conectar con su entorno y así potenciar las habilidades de aprendizaje, diseñando estrategias personales para consolidar conocimientos aprendidos. Entre otros, se tiene:
El aprendizaje activo, que prefiere experimentar y tener un contacto directo con el tema. En el aprendizaje reflexivo, se observa la situación mientras las analizan.
Otro tipo de aprendizaje es el teórico que busca un interés por comprender el “por qué” de las cosas; en cambio, el aprendizaje pragmático es motivado por el saber “para qué” sirven las cosas y lograr objetivos con información de primera mano.
En el aprendizaje auditivo se aprende escuchando la información, con sonidos referentes al tema. Chuquimia destaca el aprendizaje visual, aprendizaje verbal, aprendizaje lógico matemático, aprendizaje social y aprendizaje intrapersonal.
El entorno
El entorno del estudiante también juega un papel importante en el éxito académico de los estudiantes, haciéndose interdependiente con relación a los otros factores como los hábitos, las habilidades y las capacidades innatas.
Esta interdependencia es explicada por el psicólogo y pedagogo Franz Mönks en su modelo triádico, que encierra a las habilidades, capacidad, implicación y creatividad en el marco de las amistades, la familia y la escuela.
Esta última tríada ofrece las oportunidades principales de interacción para conocer otras personas y aprender de otras personas. Además, otros aspectos significativos importantes para el desarrollo de uno mismo proceden principalmente de estos marcos sociales.
Mönks dice que el éxito académico no es algo que exista en el vacío. El estudiante exitoso, al igual que cualquier otro, se desarrolla e interacciona en marcos sociales y experimenta procesos evolutivos complejos que deben ser estudiados. El desarrollo del estudiante depende esencialmente del ambiente social de apoyo, de la comprensión y la estimulación adecuada de padres y profesores.
También importan las metodologías y técnicas de enseñanza. Por ejemplo, enfoques basados más en la experiencia, permiten el desarrollo de habilidades precisas que permiten solucionar con éxito problemas reales.
Esta metodología proporciona a los estudiantes ‘entrenamiento’ que les permitiera pensar y actuar como verdaderos profesionales. Además, en el método, el estudiante deja de ser un receptor pasivo de conocimientos y toma la iniciativa.
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