Persiguiendo un sueño, como muchos que emigraron a otras tierras buscando un nuevo horizonte, el músico boliviano Vladimir Suárez llegó a México hace 20 años, donde trabajó en diversos oficios antes de convertirse en un dinámico productor musical que ha obtenido importantes logros. 

Uno de los más recientes fue la nominación al Grammy Latino como productor por Aprendiendo ritmos de América, de la cantante mexicana Sophia, esposa de Suárez. El trabajo se ubicó en la categoría de mejor álbum de música infantil del año y competirá en la ceremonia que se realizará el 16 de noviembre en Las Vegas.

“Quedamos entre los seis finalistas, junto a producciones de Luis Pescetti, Cepillín y Marc Anthony”, explicó Suárez, que no pudo ocultar la alegría inmensa que le produjo el saberse reconocido. “Lloré  cuando supe  la noticia y la compartí inmediatamente en redes sociales”, añadió.

Gracias a la música

Hijo de Carmelo Suárez y Bella Arredondo, el popular Dúo Guajojó, Vladimir creció en Santa Cruz de la Sierra, entre guitarras, voces y un ambiente familiar pleno de música. No tardaría en demostrar su inclinación y talento por el arte, por lo que sus padres lo inscribieron  en el Instituto Superior de Bellas Artes a los seis años.

Los anhelos del joven músico lo empujaban fuera del país. En 1997 llegó a la capital mexicana con su equipaje y 200 dólares en la billetera.  Fue limpiapisos, recepcionista, entre otros oficios que lo ayudaban a sostenerse, pero que no lo distraían de su real objetivo. 
El momento no tardaría en llegar. Cuando el artista sonoro Javier Lara lo escuchó por primera vez, le dio su primera gran oportunidad. Paralelamente, Suárez se
capacitaba tomando clases en la escuela G. Martell, donde luego fue profesor. A partir de ahí el camino se fue haciendo más viable, pues logró importantes contactos en la industria de la música, comenzando a trabajar con artistas independientes, hasta que creó su productora NB Music.

Entre sus producciones más importantes figuran Voces por Haití, con 40 grandes éxitos de cantantes y músicos, editado con el objetivo de ayudar a las víctimas del terremoto en la isla en 2010. El disco lo realizó junto con Noel Schajris, exintegrante de Sin Bandera, al que también produjo. 

Este álbum se sumó a  iniciativas como Voces por Bolivia, que sirvió para recaudar fondos a favor de los damnificados por las inundaciones en el país. 
Así como Suárez produjo discos de artistas emergentes y estrellas consagradas de diversos países, también ha dejado su marca en varias producciones bolivianas, como el musical Cabaret, del elenco teatral Casateatro y el disco homenaje a Percy Ávila. Asimismo, dio la oportunidad a artistas nacionales de participar en producciones especiales, como el tributo a Fito Páez, en el que figuran Track, La Semilla y Rodrigo Rojas. 

"Los bolivianos que soñar más. En el país contamos con el talento y las herramientas para crecer como artistas y, aunque el medio musical latino es difícil, poco a poco podemos abrirnos camino", afirma el artista, que prepara una canción para apoyar a los damnificados por el temblor ocurrido en México.