Frente a las reivindicaciones de la nueva ciudad, fundada en 1561, un documento del siglo XVI etiquetaba al cruceño como “levantisco”. En la época republicana y tiempos modernos, este concepto fue alterado por regionalista, discriminador, separatista o si no, que los “cambitas nos están jugando sucio”. Todos estos epítetos forman parte de esa vieja muletilla andinocentrista, utilizada para enfrentar al país contra Santa Cruz. No por nada, muy bien lo dijo una vez Carlos Valverde Bravo: “…es muy difícil ser boliviano, si uno es cruceño”.

La reciente declaración del primer mandatario de Bolivia, imputando la crisis económica a los “cambitas”, no es un hecho aislado. Forma parte de una larga lucha ideológica y por el poder. Se trata de confrontar un modelo o padrón de desarrollo rentista, centralizador, corrupto e incapaz de administrar el bien público, llamado capitalismo de estado, frente a otro de corte liberal, democrático, autonomista por excelencia, que propugna la unidad en la diversidad.

 Asimismo, el enfrentamiento por el poder hegemónico, defendido a ultranza por una casta burocrática entronada en la sede de gobierno, requeridos por moscones chupa sangre perteneciente a una burguesía languideciente, que sólo se atiborra del estado, además de gremios centralizados, enganchados como garrapatas de los gobernantes de turno.

Estos ataques al corazón de Santa Cruz, en lo político, económico, cultural y medioambiental que se repiten desde décadas, nos obliga al análisis del proyecto del Comité cívico sobre el nuevo relacionamiento con el estado. Al respecto, una encuesta titulada “Percepciones de la ciudadanía, respecto a las opciones de relacionamiento del departamento de Santa Cruz con el Estado”, dirigida por la Universidad Gabriel René Moreno y la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz, abarcó una muestra de 1.415 entrevistados mayores de 18 años.

 Sus datos fueron reveladores y en algunos casos, hasta sorprendentes. Por ejemplo, a la pregunta “En el marco del derecho internacional y la autodeterminación de los pueblos, la independencia implica la separación de un territorio (región) para convertirse en un nuevo estado (país). ¿Qué opina sobre este derecho internacional?”, el 30% estuvo en desacuerdo, un 27% fue neutro, mientras que un 43% expresó su aprobación, siendo su asentimiento levemente mayoritario en mujeres (44% vs. 41%). 

También, el entonces presidente del Comité cívico Ing. David Antelo Gil, con el apoyo de la Universidad moreniana promovió una consulta cívica popular en mayo de 1997. Incluía cuatro preguntas, la primera era si los prefectos y subprefectos debían ser elegidos por voto; 84,78% votaron Sí. Cerca de 190.000 votantes asistieron a las urnas. Posteriormente, en carta abierta se pidió al Parlamento una ley de reforma a la Constitución. Igual proceso se llevó a cabo en Potosí, Riberalta y Guayaramerín.

Quizás una nueva consulta ciudadana que incluya preguntas como: ¿Está usted de acuerdo con el modelo autonómico actual?, ¿Cree usted que Bolivia debería ser un Estado federal?, ¿Cree usted que Santa Cruz debe ser un estado asociado a Bolivia? y ¿Cree usted que Santa Cruz sufre un ecocidio deliberado?, podría orientar a dirigentes y partidos políticos para conocer la opinión de al menos una gran mayoría.

Llegó el momento de las grandes decisiones. La crisis que vive el país y de manera particular Santa Cruz, debe ser el acicate para soñar un nuevo ciclo. Dejemos de llorar sobre leche derramada enviando sólo memes, arremanguémonos las camisas y caminemos tras un nuevo horizonte. 

A vos, que vivís en esta tierra que tantas amas, te pregunto: ¿Qué mundo le vamos a dejar a nuestros hijos y nietos? Cuidado que la respuesta a corto tiempo nos llene de vergüenza, reproche y autodesprecio. Al centralismo le repito: ¡boliviano sí, pero no así!