Marcelo Núñez*

La actual carencia de dólares no es casualidad, en 2014 el país contaba con reservas internacionales por $us 15.000 millones, los buenos precios de los minerales y el gas llenaron las bóvedas del Banco Central. Se vivía un auge, bonanza económica, crecimiento o como quiera llamarse. Paulatinamente los buenos precios empiezan a caer, la balanza de pagos se vuelve deficitaria y lo más penoso las reservas internacionales empiezan a debilitarse. 

Las recetas macroeconómicas indican cuando se tiene déficit comercial (las importaciones superan a las exportaciones), lo más aconsejable es depreciar la moneda local, se denomina así porque a medida que se incrementa su valor por ejemplo Bs 7 por dólar, significa que el Boliviano vale 0,1428 centavos de dólar (1/7), si cuesta 8 Bs/$us su cuantía en moneda dura es 0,125 (1/8). Al aplicar esta medida los exportadores se benefician pues pueden vendersus productos en el extranjero a precios menores. Y las importaciones se reducen pues los comerciantes cada vez necesitan mayor cantidad de bolivianos.

Con la aplicación de esta medida paulatinamente el déficit comercial se podría haber paliado, empero al igual que en la medicina todo remedio tiene sus problemas colaterales, devaluar provoca inflación principalmente en productos importados. Sin embargo, las reserva no disminuyen significativamente. Es como si a una familia le rematen su vivienda simplemente porque no redujeron sus gastos para pagar el crédito al banco. 

La subvención de los combustibles tiene también sus efectos negativos, incita a la importación de automotores nuevos provocando salida de divisas; y a la vez genera un mayor consumo de combustible, estimulando a una mayor importación de hidrocarburos. Las medidas de shock son muy fuertes y provocan conflictos en la población. Medida extremadamente dura especialmente para la población de escasos recursos. En la ciudad El Alto se armó una revuelta por poco le cuesta la pega a Evo Morales, el Decreto Supremo 748 tuvo que ser abrogado. La receta más aconsejable es incrementar centavo a centavo en períodos cortos de tiempo, y en dos o tres años se logra nivelar a precios internacionales. 

Asimismo, se tendría que haber aplicado un tipo de cambio flexible, con minidevaluaciones con era antes (periodo 1985-2011); es decir, el tipo de cambio oficial varía de acuerdo a las leyes del mercado, si hay mayor demanda de dólares el tipo de cambio oficial se deprecia y viceversa. De esta manera, la población va ajustando sus ingresos y gastos a la nueva realidad de los precios. Un dato importante, para aplicar dichas recetas el Banco Central de Bolivia debe contar con fuerte musculatura financiera, es decir ,con suficientes reservas para afrontar posibles crisis, lamentablemente el Gobierno por ahora no las tiene.

Marcelo Núñez es Economista, docente de la Uagrm