Gelo Andrés Wayar

Si a usted le interesa seriamente luchar por un mundo mejor, empiece por identificar la naturaleza del problema. La batalla es ante todo intelectual (filosófica), no política. La política es la consecuencia final, la puesta en práctica de las ideas fundamentales (metafísicas, epistemológicas, éticas) que dominan la cultura de una nación.

Ayn Rand.

Más de 10 millones de hectáreas quemadas, se respirar el aire más tóxico del continente; el país más corrupto y más pobre de Latinoamérica después de Venezuela; corralito bancario de dólares -el banco y el gobierno no te permiten disponer de tu propio dinero!-; propuesta de control de precios de los productos por parte del gobierno -un burócrata, que no trabaja, te dice a cuanto y como vender tu trabajo!-; se piensa más en el carnaval que en la gigante e histórica crisis económica que se avecina; las colas por productos y la escasez de los mismos se han normalizado; intolerancia religiosa, se golpea y agrede al diferente. ¿Por qué uno de los países más ricos del mundo en recursos naturales es tan miserablemente pobre?

Comencemos por la respuesta corta: por su cultura. Si, es la cultura boliviana la gran causante de todos los males que vive el país y casi nadie lo quiere reconocer. La decadencia y el infierno que viven las personas en Bolivia hoy, no es producto de 25 años del gobierno más inmoral de la historia, es producto, principalmente, de los seudo valores que se encuentran presentes y representan, en el día a día, a la cultura boliviana. Está claro que no se puede generalizar, que existen bolivianos que son personas de bien. Sin embargo, esas personas, en la práctica, no son parte de esa cultura boliviana que denunciamos en el presente. Es decir, no adhieren al colectivismo (altruismo, conservadurismo y/o misticismo) de la cultura boliviana.

Existe una mística y mitológica creencia de que toda cultura antigua es buena por su sola antigüedad, la cual, además, en un gran número de casos e influenciada por el mito del buen salvaje, se pretende emular. Es en consecuencia de ello que, se le otorga un valor incuestionable e intrínseco a todos los aspectos “folclóricos” y tradicionales de la cultura boliviana, donde las costumbres adquieren valor por el mero hecho de ser costumbres y no se realiza una valoración correcta del fundamento de su valor, siendo natural la pretensión de buscar culpables externos de todas las lógicas consecuencias de tan perniciosas costumbres.

Bolivia es un país que parecería, por que lo ha demostrado a lo largo de su historia, no puede pensar en términos de libertad y responsabilidad individual. Es el colectivo, la patria grande, el pueblo, el que deben estar en todo momento por encima de las personas; circunscribir estos al individuo parecería ser un calvario de dimensiones dantescas para el común denominador y, especialmente, para nuestra clase política (la cual brilla y se caracteriza por su inmoralidad).

¿No será mas bien que, en realidad, es el político el que ha descubierto un negocio de dinero fácil y por ello no quiere ceder el poder que poco a poco ha tomado, no siendo la cultura boliviana la culpable en este caso? Pues, quien ha elegido, durante toda la historia a estos políticos, ha sido, justamente, el boliviano. Quien, además, ha elegido también a la oposición.

Se debe entender, al respecto, que la oferta política se encuentra sujeta a la demanda y, si bien, una vez existe una dictadura, como en Venezuela, es difícil retirar a los gobernantes del poder, en el proceso de consolidación de la dictadura (pues acceden de forma democrática), es el pueblo el gran complice, pues pese a todas las advertencias directas de esos mismos políticos inmorales, siempre respondieron con un “esto no es Cuba, esto no es Rusia, esto no es Venezuela”, pues bueno, ¿de quien es la responsabilidad de tener 25 años en el gobierno a una tropa de parásitos?

Como afirmaba, la oferta política, especialmente cuando se trata de pragmáticos inmorales, se ajusta a lo que el pueblo demanda. Vemos como Cristina Fernandez en Argentina comenzó hablar bien del capitalismo y la libertad al ver que lo que el pueblo argentino demanda era eso. Entonces, el pueblo boliviano, históricamente hablando, ha demandado colectivismo y aceptó la degradación ética de todo el país. Es decir, un Estado grande, que decida y regule precios, que le solucione sus problemas, les diga como vivir sus vidas y con excepción de las generaciones de la segunda mitad del siglo XX en Santa Cruz, que decidieron actuar y organizarse en vez de pedir soluciones al gobierno, se ha buscado priorizar al colectivo por encima del individuo. De esta forma, la irracionalidad es la característica principal en una cultura que, sin duda alguna, no puede considerarse como protectora de la libertad.

¿Qué cabe hacer? Reaccionar y rebelarse. Actuar con racionalidad; buscar la constante formación; denunciar todo fraude moral y defender la libertad de todos, pues, en palabras de Antonio Escohotado: Primero libertad, sin libertad no hay nada.