Cada vez parece incrementarse el número de personas en situación de calle en Santa Cruz de la Sierra y sus extendidos límites urbanos. Una persona en situación de calle es aquella que ha roto, parcial o totalmente, sus vínculos familiares. El consumo de drogas o del alcohol es apuntado como uno los disparadores de tan penosa circunstancia. Algunas estimaciones señalan que una de cada tres personas en tal situación, es un niño, una niña o un adolescente. Se ahonda en este caso la problemática porque si no se hace algo efectivo y oportunamente para integrarlos a sus familias y a la sociedad, más temprano que tarde, será significativo el aumento de la delincuencia, tal como se lo percibe con evidencia cada vez mayor en los tiempos que discurren.


En 2018, un estudio del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (Uagrm) reveló que 1.043 personas se encontraban viviendo en situación de calle, siendo mujeres un 18% y varones un 82%. Plazas, parques, canales de drenaje, mercados, ferias y otros espacios se convirtieron en su hábitat, vivienda, lugar de pernocte temporal o de ‘socialización habitual’. Algo más de dos tercios declararon haber nacido en Santa Cruz y, de acuerdo al mismo estudio, un 43% reveló que la negligencia de sus padres y/o tutores y la violencia intrafamiliar los llevó a la calle mientras que un 24% refirió como causal la ingesta de drogas o bebidas alcohólicas, un 13% a la falta de trabajo y un 9% a la influencia de amigos o por voluntad propia.


El 58% de estas personas abandonadas ‘trabaja’ mayoritariamente limpiando parabrisas en la vía pública, aprovechando la luz de los semáforos que detiene brevemente la circulación vehicular mientras que supera el 50% quienes declararon haber sufrido ataques físicos alguna vez, identificando como sus agresores a sus compañeros de grupo (32%), policías (24%), pandillas(14%), personas en estado de ebriedad o drogadas (12%) y vecinos (8%). Un elevado porcentaje que llega al 76% consumió drogas alguna vez mientras que el 64% de las personas encuestadas manifestó su deseo de abandonar la calle porque no le agrada estar en tal situación.


Transcurrido más de un lustro de divulgarse públicamente los resultados del estudio realizado por la Uagrm y sin conocerse si en los últimos años se hizo una nueva investigación al respecto, es más que probable un incremento sustancial de los números, porcentajes y otros indicadores referidos al infortunio humano en nuestro medio y que se refleja inclusive en la conformación de una ‘favela’ que, precariamente, se extiende a las orillas del cordón ecológico implementado para contener las aguas del río Piraí ante un eventual desborde.


Frente a esta problemática que es de ramificaciones profundas, se echan en falta políticas, estrategias y acciones de intervención social, orientadas a su tratamiento y a la búsqueda de soluciones integrales. El Estado y sus mecanismos operativos deberían poner foco en el asunto porque hacen falta recursos económicos y esfuerzos mancomunados con autoridades e instituciones locales y nacionales. En este caso, nadie debería quedarse de brazos cruzados o mirando hacia otro lado. Algo urge hacer cuando menos para mitigar el lacerante drama que encarna la presencia creciente de gente caída en desgracia y abandonada a su suerte en la calle.