En las décadas de los 70 y 80, buscando mejorar sus condiciones de vida, una gran migración de occidente se trasladó a Santa Cruz de la Sierra; aún hoy lo sigue haciendo. En esos años, los sectores conservadores pensaron que los valores culturales cruceños estaban en peligro de extinción, nada más falso, pues hoy en día estos valores siguen vigentes y nuestra ciudad se ha transformado en un asombroso mural que alberga otras culturas como si fueran mosaicos que reflejan lo nuestro.

Muchas son las personalidades que han contribuido a consolidar el imaginario popular cruceño, entre ellos quiero destacar a un migrante, a Enrique Alfonso, nacido en España, en 1922 y fallecido en nuestra ciudad en 2000. Alfonso se destacó como dramaturgo y como pionero del audiovisual boliviano al incursionar en formato para series, telenovelas, con cuentos y leyendas de nuestra tierra. 

En obras de teatro escribió, entre otras: El mojón con cara (1981), Un domingo en el Piraí (1980), Una noche con el Duende (1980), Cuando canta el guajojó (1983), Pueblo chico... infierno grande (1977), Viaje hacia el silencio (1979), Cañoto (1978), La leyenda del carretón (1976), Cambas en apuros (1978), Añoranzas cruceñas (1983), Taperas de mi pueblo (1979), Viernes de soltero (1979), La Virgen de las 7 Calles (1980).

Entre sus guiones podemos destacar: Carmelo Hurtado (1986), El retorno (1988), La última expedición (1988), Tierra adentro (1997) y muchos otros, pasando el centenar. Después de 27 años de trabajar como director y actor en el teatro, en 1986 fundó Safipro Santa Cruz Films Producciones y desde allí llegó a la televisión para ampliar masivamente su público teatral. Como todos los productores de audiovisuales, tuvo que peregrinar buscando apoyo financiero y gastar de su propio capital. Por su trabajo, Alfonso fue reconocido merecidamente por varias instituciones nacionales, departamentales y municipales.

Mi familia y yo llegamos a Santa Cruz de la Sierra en 1994 y pudimos apreciar muchas de las producciones televisivas de Alfonso, que utilizaba los pocos recursos tecnológicos y humanos que encontraba en la ciudad para realizar sus series y telenovelas. 

Muchos de los que llegaron de occidente conocieron de nuestras tradiciones, leyendas y personajes, gracias a la labor de este migrante que se enamoró de la ciudad, como muchos otros cientos de miles que trabajamos y amamos en esta urbe de todos