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¿Mano negra en el padrón electoral?
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7 de septiembre de 2024, 4:02 AM
El reciente Censo de Población y Vivienda en Bolivia, que ha revelado una población de 11.312.620 habitantes, pone de relieve una cuestión crucial: la integridad del padrón electoral. Comparado con los datos del censo anterior de 2001 y 2012, que registraban poblaciones de 8.274.325 y 10.027.254 habitantes respectivamente, el aumento en el número de votantes registrados ha sido notablemente alto. Este desajuste plantea inquietudes legítimas sobre la posible existencia de manipulaciones en el padrón, una situación que compromete la legitimidad de nuestro sistema democrático.
La Constitución Política del Estado (CPE) establece que la representación política debe corresponder proporcionalmente a la población. El censo, siendo una herramienta esencial para medir esta proporción, debería estar estrechamente alineado con el padrón electoral. No obstante, un incremento desmedido en el número de votantes en comparación con el crecimiento poblacional real genera dudas sobre la exactitud y la fiabilidad de dicho padrón. La confianza pública en el sistema electoral depende de la precisión de este registro, y cualquier sospecha de manipulación mina la estabilidad política y la cohesión social.
La auditoría del padrón electoral debe ser una prioridad para garantizar su integridad. Es fundamental que esta revisión sea llevada a cabo por entidades imparciales, con la participación de observadores tanto nacionales como internacionales, para asegurar que el proceso sea transparente y creíble. La auditoría debe detectar y corregir irregularidades, confirmando que cada registro en el padrón corresponde a un votante legítimo.
Además, la diversidad geográfica y cultural de Bolivia añade complejidad al desafío. Las diferencias en el comportamiento electoral entre regiones, si no están respaldadas por datos demográficos claros, podrían señalar manipulación. Por lo tanto, la auditoría debe tener en cuenta estas variaciones para asegurar que el padrón refleje de manera precisa la realidad demográfica del país.
En conclusión, la integridad del padrón electoral es fundamental para la salud de nuestra democracia. Una auditoría exhaustiva es esencial para verificar que el registro de votantes sea preciso y confiable, protegiendo así la legitimidad de las instituciones y la confianza de la ciudadanía en el proceso democrático. La democracia debe basarse en la verdad y la transparencia; es nuestra responsabilidad asegurar que estos principios se mantengan intactos.