Para Ellas
Constanza Arata y su primera novela: "Historias de histeria"
“Cada una de las 6 historias nos dejarán sin aliento a medida que leamos cada testimonio y sin duda llegaremos a sentirnos identificadas en cada situación”, dice Constanza
Daniela Reyes Ortiz, con 31 años, es una maestra formada en la Escuela de Formación Superior de Maestros Rafael Chávez Ortiz, de Portachuelo. Hace 9 años ejerce como educadora y actualmente trabaja en el CEA (Centro de Educación Alternativa) Rosenda Justiniano de Rodríguez II, en la ciudad de Montero. Pero su vida no se limita solo a su profesión; también es madre de tres hijos: José Andrés, 12 años, Bruno, de 6, y Matías, de 4.
Como mujer que ejerce una profesión que le ayuda en el sustento de su familia, Daniela equilibra sus responsabilidades de maestra y madre con amor y paciencia. A pesar de las dificultades, se esfuerza por cumplir las necesidades de sus hijos y de sus estudiantes de la nocturna que trabajan durante el día y estudian por la noche. Su hijo mayor, José Andrés, tiene parálisis cerebral y epilepsia. Aunque estas condiciones representan un desafío, Daniela no permite que sean un impedimento para avanzar en su carrera y cumplir con sus responsabilidades.
Tiene mucho que hacer y reconoce que cuidar de su hijito requiere una atención especial. Por sus problemas con la salud ha estado en cuidados intensivos durante más de medio año y ha pasado por múltiples cirugías debido a las complicaciones de su enfermedad.
No puede masticar adecuadamente ni digerir los alimentos sólidos. Daniela prepara papillas de frutas y verduras para asegurarse de que pueda recibir los nutrientes correctamente. Además, es incansable cuidando a su hijo, sigue una rutina asistiendo a sesiones de fisioterapia para mejor postura y movilidad.
A pesar de las dificultades de su día a día, la lucha constante por el bienestar de Andresito es un testimonio de amor y perseverancia. Los controles médicos periódicos también son parte de su rutina. Daniela le brinda a José Andrés mucho amor, comprensión y paciencia, tiene el cuidado de fomentar la interacción con sus hermanitos. A pesar de los constantes desafíos, su dedicación como madre y maestra es admirable.
Como educadora con años de experiencia, adaptarse a los cambios y estilos de aprendizaje de cada estudiante es un desafío constante. Dejar una huella en ellos, fomentando valores y habilidades profesionales, es una satisfacción inigualable. Ver a los estudiantes culminar sus carreras y cumplir sus sueños es el mayor orgullo. Cada noche, siempre hay desafíos. Cumplir con las expectativas durante las clases y potenciar su confianza requiere empatía y dedicación. Como maestra, se proyecta hacia un futuro en el que los jóvenes sean personas plenas de conocimientos y más humanas.
Teniendo la inspiración del Día del Maestro Boliviano, pone énfasis que asume una responsabilidad enorme hacia sus estudiantes. Ellos representan un mundo de posibilidades y sueños. Valorar y comprender sus esfuerzos es fundamental, porque muchos de ellos trabajan durante el día y estudian por la noche. Son padres y madres de familia, sosteniendo económicamente a sus seres queridos.
“La docencia es una vocación noble y mi compromiso es honrarla cada día”
A pesar del cansancio de una jornada laboral, siente que sus estudiantes no se rinden, siguen esforzándose en los estudios para ser el orgullo de sus hijos y familia.
Así puede recordar a un estudiante que tenía cerca de 50 años y su gran deseo de superarse era igual al de un joven. Toda esa pasión también la inspiró profundamente como persona y profesional. Sus padres, también maestros, le enseñaron que la vida tiene un propósito: servir al prójimo. Observaba en ellos esa misión por enseñar, y eso la motivó a seguir su ejemplo. “La docencia es una vocación noble y mi compromiso es honrarla cada día”.