A medida que fui ejerciendo mi profesión, trabajé con parejas en conflicto, la mayoría de ellas con hijos de diferentes edades y con diferentes estados emocionales, creo firmemente que a pesar de los esfuerzos que realizamos para construir o reconstruir una relación saludable, llega un momento en que la mejor opción es divorciarse, no todos los matrimonios pueden cumplir el “hasta que la muerte los separe”.

Surge entonces otro panorama en el que se puede ayudar, para que el proceso de la separación se dé de la mejor manera, y se pase a entenderlo como un cambio, que aunque a veces sea doloroso, es lo que queda para salvar la dignidad de cada uno, la de los hijos y la de la propia historia.

 El duelo de un divorcio

Cuando no se consigue pasar por el duelo de un divorcio de una manera asertiva, contenidos por una red social de vínculos amorosos, cuando existe la incapacidad para hacer uso de recursos que ayuden a enfrentar la situación, y además hay hijos, nos encontramos con padres que se dedican a prolongar la guerra, y a generar una especie de Franja de Gaza en casa, donde se atacan con diferentes armas, la mayoría dañinas, cuando no letales, con la que se lastiman constantemente, y así, al igual que en las guerras, el conflicto se puede perpetuar causando daños físicos y psicológicos en los hijos.

Los mismos que muchas veces, pierden la base emocional saludable que necesitan, para llegar a recuperarse.

 -El dolor de los hijos, ¿es irreversible?

Los padres entran en una especie de ceguera emocional y les cuesta reconocer que sus propias reacciones al divorcio, aumentan infinitamente el dolor de sus hijos, porque ese es el punto de esta historia, los divorcios mal llevados, no solo generan titulares en los noticieros, o en las redes sociales, que como parte del sistema, también se apropian de la historia, y sin ninguna consideración, contribuyen a ser parte del eje social que invisibiliza a las reales víctimas de la historia, los niños.

-¿Cómo afecta un mal divorcio?

La conmoción es la primera reacción que sufrimos frente a un hecho traumático, afecta tanto física como emocionalmente a nuestro cuerpo y a nuestro ánimo; el divorcio, cuando es generador de trauma por la disfuncionalidad con la que la pareja lo maneja, va absorbiéndose lentamente.

Se necesitan meses, a veces años para comprender desde la mirada de un niño, el por qué papá y mamá se separan, se lastiman y se hieren tanto.

Ellos miran a sus padres, los que otrora han sido referentes de amor y protección, es ese estado de indefensión, de sentir no poder hacer más nada, lo que lleva a los hijos a cerrar los ojos y taparse los oídos, es una especie de atolondramiento, donde los niños se sienten incapaces de sentir, de pensar, de comprender tanto odio.

 ¿Cuándo los hijos necesitan ayuda?

Acompaña a este estado un sentimiento de desorientación y confusión y es probable que los hijos, necesiten que se les explique lo que sucede una y otra vez, incluso hasta después de creer que han entendido.

Lo importante frente a esta situación, es buscar ayuda profesional, como me dijo una vez una pequeña de siete años, “hablar cura”.

 La psicoterapia ayuda

Se constituye en un espacio saludable, pacificador, donde se trabajan los dolores emocionales que están presentes en un divorcio.

Se necesita recurrir no solo a un buen abogado para legalizar el fin de la unión, sino también buscar un profesional de la Psicología, que visibilice más allá del dolor y del sufrimiento que generan el trauma de la separación, a veces muy complicada. Hay que cuidar la situación afectiva, los dolores emocionales presentes en el sistema familiar, y casi siempre mucho más sentidos por los más vulnerables: los hijos.

Una mirada respetuosa

El nuevo orden que surge es consensuar y hacer acuerdos para enfrentar la nueva dinámica, y volver a hacer uso cuantas veces sea necesaria, la capacidad resiliente que tenemos los seres humanos para enfrentar el dolor.

 -Los divorciados con hijos pueden aprender a relacionarse de manera saludable, esto se puede lograr, de hecho, no todos los divorcios generan sufrimiento perpetuo y trauma, hay padres que se enfocan en el cuidado emocional, físico y económico que deben brindarles, y salen adelante concentrándose en su bienestar.

 -El dolor es inevitable, sin embargo, el sufrimiento se instalará, en la medida que los padres en divorcio o ya divorciados no sean capaces de llevar su paternidad por encima de su conyugalidad fracasada.

 -Compartir la crianza, tener como objetivo claro y primordial el bienestar de los hijos, hará con que esta nueva realidad, los rescate a todos del dolor y del trauma que puede generar un divorcio enmarcado en el conflicto.

 Los hijos y sus padres

Recordemos que los hijos pueden ser los más afectados en un divorcio, primero porque viven una situación sobre la cual no participaron en ninguna decisión. El hogar se transforma en un lugar violento y amenazador, donde ellos no solo deben lidiar con sus emociones y dolor, sino también con la confusión de los padres, verlos sufrir.

Solo suma más sufrimiento, es por esto, entre tantas otras razones, que se torna vital que los adultos manejen adecuadamente el proceso del divorcio, eso les permitirá cuidar el estado emocional de los niños y, de esa manera ahorrarles, en gran medida, sufrimientos y traumas.

 Requisitos de divorcio

1.Si para casarse se necesita amor, capacidad de compromiso y madurez emocional, para divorciarse estos aspectos se necesitan en una proporción mucho mayor, a fin de ahorrarles sufrimientos y dolores, que sí son factibles de evitarse, si se asume el cuidado y protección a los hijos como eje central.

 2.El primer deber ético que cumplen los padres que ejercen una parentalidad sana, es el de ser una buena pareja o expareja, pues los buenos padres, jamás se divorcian de los hijos, siguen juntos desempeñando su rol, ayudando a que éstos logren entenderlo, asimilarlo y sobreponerse al divorcio.

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