El 16 de noviembre de 2012, Indira Chizuko Herrera, profesional en agropecuaria, realizaba preparativos para celebrar los tres años de su hijo el 19 del mismo mes. Ese día el padre de su hijo y exesposo Windsor Andia Rivera, la llamó por teléfono, la citó para hablar del cumpleaños del pequeño y solucionar sus problemas.

Indira Chizuko acudió a la dirección en su vagoneta, pero jamás imaginaba que iba directo a la muerte. Llegó a la avenida Perimetral del barrio Magisterio, se estacionó y apareció una motocicleta de la que bajó supuestamente Windsor Andia, sacó un arma de fuego y le disparó, quitándole la vida.

Asako Inamine Takei, descendiente japonés, madre de Indira Chizuko, lucha en busca de justicia contra el asesino de su hija, que según las investigaciones de la Policía y la Fiscalía sería su ex esposo Andia Rivera. El hombre fue detenido, pero después de 8 meses la justicia le permitió que se defienda en libertad.

A casi 11 años del suceso, Takei, sigue en busca de justicia.

Durante la pandemia del covid-19 murió su esposo Milton Robert Herrera, también clamando justicia para su hija. Dos juicios se desarrollaron y fueron anulados, el supuesto autor del asesinato, sigue libre.

Takei enfrenta dos duras batallas, una clamando por el crimen de su hija, pero ahora está postrada en cama, con cáncer.

Ella abandonó la causa, cansada de no ser escuchada y por su salud, pero se inició un tercer juicio a instancias del Ministerio de Justicia representado por Ana Paola Montenegro.

 Acribillada sin piedad

La Fiscalía que dirige la fiscal Rose María Barrientos, inició las investigaciones en coordinación con agentes de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc).

Durante las pesquisas se estableció que Indira Chizuko se casó con Windsor Andia, procrearon a un niño y ella, cansada de los ultrajes físicos y sicológicos que recibía, decidió divorciarse. Se vio obligada a regresar a la casa de sus padres con su hijo pequeño.

El hombre trató de reconquistarla, se resistía al divorcio, le prometía cambiar, le enviaba flores, pero según las pesquisas solo era en apariencia, su fin era otro, eliminarla.

La Fiscalía y la Felcc acumularon pruebas. Las principales, a través de la triangulación de llamadas de los teléfonos celulares de la víctima y del acusado Andia. En las llamadas coincidían la hora y el lugar del contacto entre ellos.

Un testigo clave vio a Windsor Andia en su motocicleta, cuando llegó y disparó a Indira Chizuko, luego se fue.

Cuando Chizuko, se volvió a la casa de sus padres, Windsor Andia, la acosaba, la amenazaba de manera constante. Se registra que una vez acudió a buscarla, llegó al taller del papá de Indira.Las pesquisas señalan que Andia amenazó al hermano de Indira utilizando un revólver, pero se cubría la mano con un guante para borrar cualquier evidencia de pólvora.

Por esta razón la prueba de guantelete salió negativa. En primera instancia, el tribunal de los jueces Ubby Suárez y José Ernesto Aponte lo absolvió por considerar que el guantelete dio negativo, pero fue de voto disidente el juez Marco Antonio Porras.

El caso pasó en apelación y la sala penal del vocal Mirael Salguero, anuló la sentencia al considerar que la prueba de guantelete era irrelevante. La defensa de Andia recurrió de casación al Tribunal Supremo de Justicia de Sucre que confirmó la anulación del fallo y ordenó otro juicio.

En Santa Cruz se inició el segundo juicio ante los jueces Carlos Mendieta, Ernesto Guardia y Jackeline Soriano. El primero, de octubre de 2020, condenó a 30 años sin derecho a indulto a Windsor Andia. Los jueces valoraron que Indira Chizuko fue acribillada sin piedad por Windsor Andia y las pruebas fueron contundentes.

Sin embargo, el acusado volvió a apelar y la Sala del vocal Evert Álvarez anuló la sentencia para que vaya a otro juicio.

El tercer juicio ahora se desarrolla en el tribunal de los jueces Jesús Eguez, Moisés Colque y Lucio Condori.

Está en su etapa final, pero la mamá de la víctima, Asako Takei, ya no puede acudir a las audiencias por su grave enfermedad. La abogada del Ministerio de Justicia, Ana Paola Montenegro, sigue el juicio y tiene fe en que se logre un fallo contra el exesposo por considerar que las pruebas son fehacientes.

La íntima amiga de la víctima declaró como testigo. Durante toda la audiencia lloró sin consuelo, dijo que ella conoció el ultraje al que era sometida Indira Chizuko. Asimismo, durante un examen sicológico el niño, que quedó al cuidado de su abuela Asako Inamine, vio a su padre Windsor Andia, y salió corriendo, a gritos, porque no quiere verlo. “Los jueces ahora tienen una prueba de fuego, yo, aunque en cama sigo esperando justicia por mi hija”, dijo su madre que este miércoles será sometida a una operación.