Regaló 200 croissants en la fila para gasolina de un surtidor de la San Martín y cuarto anillo. Laura Sofía Serrate es pastelera y vivió en carne propia 8 horas de tediosa espera haciendo la cola. Entonces se le ocurrió la idea de volver y hacer algo para suavizar los ánimos y alivianar la larga estancia de las personas. 

"En esta (situación) estamos todos, esperando por gasolina, que la necesita desde un gerente general hasta el portero, estamos todos afectados", dice mientras cuenta que cada cierto tiempo dona sus croissants a diferentes causas como Cerniquem y Plato Lleno Bolivia.

"Me di cuenta que se la está pasando mal en las colas, hay peleas porque la gente ya perdió la paciencia y está mal 'encachada'", entonces se le ocurrió la idea de regalar sus croissants.

"Estamos con mucho estrés, por la crisis, las filas... Si alguien se atrasó dos minutos en avanzar con su auto, el de atrás le grita y le 'bocinea' y es que es frustrante, son horas parados en lugar de estar trabajando, cuando hay familias que atender, colegios y cuentas que pagar". 

"Yo también estoy irritable y si puedo colaborar en bajar un poquito los ánimos, pues lo hago, por lo menos un rato, los dos minutos que dure el croissant".

Era viernes y hacía mucho calor. Laura Sofía se acercaba a los autos y ofrecía sus masitas ante la cara de asombro de las personas. Al principio le daba vergüenza, pero solo uno no le aceptó su ofrenda. "Seguro estaba a dieta", dice riendo.

Las personas no esperaban que alguien regale algo. Después de unos segundos de procesar el gesto amable, agradecían, le devolvían una sonrisa y ella quedaba contenta, creyendo que en algo estaba ayudando y esa sensación tan bonita la sigue sintiendo.

"Creo que algunos pensaban que los estaba vendiendo, me arrepentí de no haberme puesto un letrero que diga que eran gratis", se ríe mientras revive ese viernes feliz.

No es fácil hablar a un extraño y abordarlo, pero valió la pena. En realdiad, Laura Sofía es una emprendedora, es pastelera y da consultorías, hace poco estuvo en Brasil dando una de ellas. Es propietaria de Serendipity, una pastelería de autor desde hace 10 años, pero esta vez, lejos de su cocina, de tenis y jeans, venció la timidez y se lanzó a ejecutar su plan: que las personas se sientan acompañadas en medio de la espera. 

"No puedo cambiar la situación, pero sí puedo sumar un gesto, un te acompaño, y eso al final es lo que creo que nos define", dice ella, refiriéndose a la calidad humana de la gente en general, pero del cruceño en particular.

Dice que se inspiró en los 21 días de paro por las fallidas elecciones presidenciales de 2019, cuando los cruceños compartían en las rotondas lo que tenían en las ollas comunes e hicieron más llevadero el momento.

Esta pastelera cruceña espera que su gesto se vuelva contagioso: "te invito a que vos también lo hagás, no importa si es un croissants, un cafecito, un vaso de agua o de chicha", lo dice porque no se avizora que las colas vayan a llegar a su final, por lo menos no en lo inmediato.

Subió a su TikTok su hazaña, que va por poco más de 12 mil likes. "En este momento cada gesto cuenta y hace la diferencia, porque cuando ayudamos, nos ayudamos todos".



Al comienzo con algo de vergüenza, pero después más animada, repartió sus croissants

Al cruceño le sobra ingenio para pasar el mal rato

Las redes sociales dan cuenta de todo tipo de ocurrencias. Por ejemplo, tres jóvenes se prepararon para pasar la noche haciendo cola, inflaron un colchón que instalaron en la carrocería de su camioneta y desde ahí vieron salir las estrellas y después el amanecer. Subieron un TikTok tomándose con humor las circunstancias, hicieron de cuenta que estaban en una 'pijamada' y así sobrellevaron el tedio de la espera.

En otro video compartido en redes, alabaron la mentalidad 'metedora' de unos trabajadores de una hamburguesería, que aprovecharon que la cola de la Banzer y cuarto anillo pasaba por su local, salieron de sus instalaciones con tarjetero en mano y ofrecieron su menú auto por auto. Y cuando el pedido estuvo listo, lo llevaron a sus clientes hasta la puerta de su movilidad. "Gracias a ellos estamos cenando", elogiaron los comensales.

Las filas son una pesadilla, pero el cruceño sabe que al mal tiempo hay que ponerle buena cara. A lo largo de las colas se pueden ver cosas impensables, como una hamaca tendida entre las palmeras del cuarto anillo, cerca del surtidor Urubó, sábanas dispuestas a modo de techo protector del sol bajo las cuales montar una partida de cartas y algunos, incluso, se han organizado con chats de WhatsApp, para dar la voz de alerta cada que llega algún cisterna con combustible. 


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