Opinión

Somos lo que somos

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31 de octubre de 2020, 5:00 AM
31 de octubre de 2020, 5:00 AM

José Luis Gómez

En uno de los tantos y peculiares episodios de la popular serie ¨Los Simpson¨ la vida de Homero está amenazada, para protegerlo, unos agentes de seguridad le proponen cambiarse el apellido, de Simpson a Thompson, él acepta, pero cuando lo entrenan para reaccionar a su nuevo apellido, él es incapaz de hacerlo, se lo explican de mil maneras, lo ensayan hasta el cansancio, pero él no responde cuando le dicen Homero Thompson, porque él es Homero Simpson.

Se han hecho muchas interpretaciones y exégesis de esta serie, quizás la más simple es que Homero y su familia es la típica representación de una familia tipo de clase media de EEUU, con sus limitaciones, anhelos, virtudes, vicios y baremos morales bastantes elásticos, pero que pase lo que pase, siempre vuelven a ser lo que son, una familia de clase media de EEUU.

Se ha escrito mucho y se seguirá escribiendo sobre este año 2020, que de a poco nos va dejando, más exhaustos y golpeados de lo que habitualmente nos deja un año cuando termina, el 2020 nos la dimos de todo, virólogos, internistas, bioquímicos, nefrólogos, expertos en teorías conspirativas, pedagogos, psicólogos, pseudo-filósofos, proto-sociólogos, analistas deportivos, creyentes, politólogos e incluso videntes.

Pero como en un episodio de los Simpson, pasado el nudo y entrando ya en el desenlace, volvemos de a poco a ser lo que somos, vulnerables a la muerte cuando tenemos las defensas bajas, fanáticos de un fútbol poco competitivo y ciudadanos de un país diverso donde nuestro metro cuadrado es ¨más grande¨ que el de otros, pero ¨más pequeño¨ de lo que quisiéramos.

¿Por qué hubo corrupción a costa de la pandemia, por qué perdió Bolivia en las eliminatorias, por qué ganó el MAS las elecciones, por qué sigue la sombra del fraude, por qué, por qué y por qué a muchas cosas?…simple, porque somos lo que somos y pese a que sabemos que un cambio radical es necesario para salvarnos, nuestro subconsciente solo reacciona a lo que somos y no a lo que podríamos ser.

Es muy difícil dar un ¨giro copernicano¨ a las cosas si solo empatizamos con los que nos conviene, con los que afirman nuestros paradigmas, con los que confiamos que nos justificaran cuando nos equivoquemos

Somos lo que somos, más que una obviedad es una realidad, pero no es inmutable, siempre seremos lo que somos, eso significa también ser evolutivos, tenemos que aprender que nuestra esencia y sus accidentes deben conversar más seguido, pero lo más importante es que así como somos lo que somos, los demás también, por eso, cambiar nosotros, no hace cambiar a los demás, el primer paso es la empatía ideológica, la sociedad es un sistema y los sistemas son más poderosos que los individuos, para cambiarlos o dominarlos, hay hacerlo desde adentro y con los de adentro.

Todo ideal tiene su corrupción y el poder es un ideal, por ende es indivisible de sus corrupciones, la clave no está en eliminar la corrupción en el poder, sino en disminuir el poder en sí, el camino para eso es convertirnos en individuos ejemplares, que seamos capaces de ceñirnos al bien por el bien en sí, no por la vigilancia, si reducimos nuestro potencial de ser individuos que fácilmente nos salimos de norma, reduciremos automáticamente la influencia del poder sobre nosotros, mermado el poder, mermada la corrupción.

Somos lo que somos, no nos podemos esconder mucho tiempo tras un relato o una apariencia, porque los hechos saltan a la vista y tras un hecho o un conjunto de hechos, hay una forma de ser.


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