La situación económica más dramática se registra en el norte de Siria, que sigue en guerra

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8 de febrero de 2023, 7:31 AM
8 de febrero de 2023, 7:31 AM

Los movimientos telúricos que sacudieron a Turquía y Siria ocurren en un momento delicado para las economías de ambos países que se encuentran en muy mal estado. Recep Tayyip Erdogan, quien busca su reelección en mayo como presidente de Turquía, enfrenta ahora un contexto mucho menos favorable que el que esperaba cuando decidió adelantar las votaciones.

La situación económica más dramática se registra en el norte de Siria, que sigue en guerra. En esta región fragmentada, donde se concentran los opositores al régimen de Bashar al Assad, millones de desplazados vivían ya en condiciones extremadamente precarias antes de los sismos.

La supervivencia dependía de una ayuda internacional cada vez más escasa debido a la falta de financiación. Faltaba todo para garantizar lo esencial, y hoy falta aún más para ayudar a los sobrevivientes como el material sanitario para atender a los heridos, ya que fue destruido por los bombardeos. Igualmente agua potable y combustible.

Siria ya estaba sumida en su peor crisis energética de la década con la caída de los suministros procedentes de Irán. Pero el movimiento telúrico deterioró aun más la situación porque la principal refinería del oeste fue dañada por los temblores y su actividad quedó temporalmente suspendida. En el mercado negro, tras los terremotos del lunes, los precios de la gasolina se triplicaron.

El terremoto agravará en Turquía una crisis económica alimentada por una inflación récord

Tanto la lira turca como la bolsa se desplomaron tras el doble seísmo. Con la destrucción de parte de la economía y, por tanto, de los medios de producción y el aumento de la demanda de productos de primera necesidad, una catástrofe de esta magnitud, que afecta a decenas de millones de personas, tiende a hacer subir los precios. Esto echa más leña al fuego en un país donde la inflación alcanzó el 84% el año pasado. Se mantiene en la actualidad en un nivel anormalmente alto, en torno al 60%, debido a la política de un Banco Central que, bajo la influencia directa del presidente Erdogan, se niega a subir bruscamente los tipos como hacen sus homólogos en una situación similar.

Al mismo tiempo, el Estado también deberá aumentar fuertemente su gasto para ayudar a los damnificados lo que implicará una nueva restricción presupuestaria. Las dádivas que el mandatario deberá conceder en su actual campaña para la reelección contribuirá finalmente a debilitar aún más las finanzas públicas.

Tras 20 años en el poder, Erdogan esperaba una mejora de la economía para facilitar su reelección. En cambio, el horizonte que se le presenta vislumbra un fuerte deterioro antes de la votación prevista el 14 mayo. Una vez superada la emergencia, salvar vidas es cuestión de horas. La agenda incluye alojar a los miles de damnificados sin hogares y reconstruir la decena de pueblos afectados. Es decir que el daño es colosal y las pérdidas podrían ascender a mil millones de dólares, según el servicio geológico estadounidense.

Erdogan también tendrá que rendir cuentas. A pesar del anterior terremoto mortal que sufrió Turquía en 1999, justo antes de llegar al poder, las normas antisísmicas de construcción se ignoran con demasiada frecuencia en Turquía. Por eso se han derrumbado tantos edificios como castillos de naipes.

La ayuda internacional empieza a llegar, sobre todo a Turquía

Desde Pekín hasta Washington y Europa, pasando por Rusia y Ucrania, el impulso es mundial. Los vecinos árabes fueron reactivos y unánimes: Emiratos Árabes Unidos ha prometido 100 millones de dólares para los dos países y ya se han fletado aviones. Arabia Saudita sigue enfrentada a Bashar al-Assad, pero el príncipe anunció el martes la creación de un puente aéreo entre ambos países y una colecta de donaciones privadas. Irak está enviando cargueros de productos petrolíferos a Siria para aliviar la crisis energética.

Pero debido a las sanciones impuestas al régimen de Damasco, muchos países tienen dificultades para plantearse por el momento una ayuda a la reconstrucción de Bashar al-Assad.