La obesidad es uno de los desafíos más graves de salud pública en el siglo XXI. Su estrecha relación con enfermedades cardiovasculares -como la hipertensión, insuficiencia cardíaca e infartos de miocardio- la convierte en una amenaza seria para la salud global. El exceso de grasa no solo impone una mayor carga al corazón, sino que también favorece la acumulación de grasa en las arterias, incrementando significativamente el riesgo de complicaciones cardíacas severas.

A pesar de su complejidad, la obesidad puede enfrentarse con éxito mediante un enfoque integral que abarque cambios en el estilo de vida, atención médica especializada y apoyo emocional, promoviendo así una mejora significativa en la salud y la prevención de riesgos asociados.

El periodista Juan Eduardo Araos vivió en carne propia los desafíos de la obesidad. Después de alcanzar los 145 kilos, experimentó un notable deterioro en su salud.

“Tras años de practicar judo a nivel competitivo, dejé de entrenar y empecé a comer más. Llegué a un estado de obesidad premórbida. Mi calidad de vida se desplomaba, y pensé: ‘Si sigo así, voy a morir en mis treinta y tantos años’. Entonces, decidí cambiar mi alimentación radicalmente”, relata Araos.

Aunque su médico le sugirió una cirugía, él eligió otro camino. “Mi fuerza de voluntad fue lo más valioso. Empecé una dieta sin carbohidratos y comencé a comer más sano, lo que me permitió bajar de peso rápidamente”. Además, retomó el deporte, entrenando hasta cuatro horas al día, lo que fue clave para su recuperación.

Con el tiempo, enfrentó altibajos en su peso, pero logró mantenerse en un rango saludable gracias a la disciplina en su alimentación y actividad física. “Desde 2016 soy vegetariano. Dejé de consumir carne por principios y ahora me alimento principalmente de granos, frutas y verduras, manteniéndome siempre activo”, comenta.

Obesidad

La obesidad y su impacto cardiovascular

Para Luis Oporto, médico cardiólogo y docente en la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, el aumento de la obesidad está directamente relacionado con el incremento de enfermedades cardiovasculares.

“El sobrepeso incrementa la presión arterial y altera los niveles de colesterol, lo que eleva significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas, incluso en personas jóvenes. Además, el corazón debe esforzarse más para bombear sangre en un cuerpo con exceso de peso, aumentando el riesgo de insuficiencia cardíaca", explica Oporto.

El especialista subraya la importancia de perder peso de manera gradual. “Las dietas extremas y sin supervisión médica pueden generar deficiencias nutricionales y aumentar el riesgo de arritmias. La clave está en adoptar un enfoque sostenible con metas realistas para mejorar la salud sin poner en riesgo el bienestar general”.

Estrategias para superar la obesidad

La Organización Mundial de la Salud (OMS) enfatiza la necesidad de un enfoque multidisciplinario para enfrentar la obesidad, combinando esfuerzos de médicos, nutricionistas y psicólogos. Entre las principales estrategias destacan:

1.            Cambios en la alimentación

Una dieta equilibrada es fundamental para perder peso de manera saludable. Aumentar el consumo de frutas, verduras y alimentos ricos en fibra ayuda a mejorar la saciedad y el metabolismo.

2.            Actividad física

El ejercicio regular es clave no solo para perder peso, sino para mantener una buena salud en general. Las personas con obesidad pueden comenzar con actividades de bajo impacto, como caminar, nadar o andar en bicicleta, e incrementar progresivamente la intensidad.

3.            Atención médica y seguimiento especializado

En algunos casos, el tratamiento de la obesidad puede requerir intervención médica. Opciones como la terapia farmacológica o la cirugía bariátrica deben ser evaluadas por profesionales de la salud según las necesidades de cada paciente.

4.            Apoyo emocional y manejo del estrés

La obesidad suele estar asociada a factores psicológicos como la ansiedad y el estrés. Muchas personas también desarrollan una relación compleja con la comida, lo que hace necesario el apoyo psicológico o la participación en grupos de ayuda para alcanzar un estilo de vida saludable.

Oporto también sugiere realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada por semana. “Ejercicios como caminar a paso rápido o nadar no solo ayudan a quemar calorías, sino que mejoran la función cardíaca, reducen la presión arterial y fortalecen el sistema cardiovascular, disminuyendo el riesgo de complicaciones”, agrega.

La urgencia de actuar: más allá de la prevención

Superar la obesidad requiere más que simples modificaciones en la dieta y el ejercicio. Factores sociales y psicológicos juegan un papel fundamental en su desarrollo, lo que demanda políticas públicas inclusivas y campañas educativas que promuevan hábitos saludables desde temprana edad.

La OMS advierte que la obesidad está vinculada no solo a enfermedades cardiovasculares, sino también a otras enfermedades no transmisibles, como la diabetes y ciertos tipos de cáncer. De hecho, subraya que "el sobrepeso y la obesidad causan más muertes que la insuficiencia ponderal", lo que resalta la magnitud del problema a nivel global.

Un enfoque integral y sostenible que combine alimentación saludable, ejercicio físico, atención médica y apoyo emocional también es fundamental. Sin embargo, los cambios deben ser graduales y realistas para garantizar resultados duraderos. La educación y las políticas de salud pública también juegan un papel clave en la reducción de la incidencia de la obesidad y sus efectos en la salud.

Como lo demuestra Juan Eduardo Araos, la fuerza de voluntad y la disciplina pueden marcar la diferencia en la recuperación. Con el compromiso de los individuos y el apoyo de profesionales, es posible revertir los efectos de la obesidad y mejorar la calidad de vida.

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