Opinión

Entre genocidios, desplazamientos y limpiezas étnicas

11 de abril de 2021, 5:00 AM
11 de abril de 2021, 5:00 AM

A lo largo de la historia, el ser humano -la especie más cruel del planeta- ha infligido sobre sus semejantes infinitas crueldades. En estos miles de años variaron modalidades y tecnologías, pero la maldad sigue siendo la misma, aún peor. Las perversidades más frecuentes han tenido que ver con desplazamientos, limpiezas étnicas y genocidios, ello sin contar muchas que aún proliferan, con la guerra en primer lugar.

Sin ir lejos, muy cerca nuestro, los Incas oprimían a los aimaras y cada tanto además organizaban sus temibles “mitimaes”. Estos eran traslados forzosos de población hacia lugares más inhóspitos del imperio o a sitios lejanos donde se quería asentar la soberanía. No importaba que murieran mujeres, niños y ancianos; el desplazamiento debía realizarse a como dé lugar. Procesos similares se han repetido en Eurasia por muchos pueblos de cada época. Y en casos de guerra prolongada el triunfador eliminaba al pueblo vencido y destruía sus ciudades, como hizo Roma con Cartago. Mucho después hizo lo mismo con Jerusalén, expulsando a los judíos del lugar, expulsión que duró hasta la creación del estado de Israel en 1949. En el interín el pueblo hebreo sufrió por siglos discriminaciones y matanzas; estas culminaron con el más horrendo crimen colectivo de la historia: el genocidio judío, episodio que marcó a la Segunda Guerra Mundial como una expresión de máxime barbarie humana. Dicho holocausto trajo profundas reverberaciones. Y mientras, en simultáneo, las fuerzas totalitarias gestaron otros traslados forzados a lo largo del Báltico. Al terminar el conflicto -mayo de 1945- el proceso siguió, pero de otra forma, ya en manos de los aliados. Fue así como entre fines de 1945 y 1947 se expulsaron más de 12 millones de alemanes de los territorios perdidos al este de la línea Oder-Neisse, que quedaron en manos polacas, rusas, checas y eslovacas. Fue un acto socio-geopolítico que apenas tuvo publicidad y no se le dio importancia. El mundo estaba al concluir 1945 preocupado por la recuperación y, además, la magnitud de los crímenes del III Reich opacó cualquier secuela posterior, pero sin duda la expulsión de germanos fue otra crueldad colectiva. El traslado fue avalado por las potencias vencedoras en la cumbre de Potsdam, dónde -entre otros asuntos- se instruyó la “etnificación” de Europa central por nacionalidades: nunca más habrían pueblos de etnias diferentes en un solo estado. En un marco de injusticias múltiples se inició el masivo reacomodo poblacional propiciado por los aliados. En esa región no habría más pluralidad nacional ni margen para futuros conflictos étnicos. Hubieron sí sufrimientos de toda laya.

Los dramas vienen de lejos y no terminan. En una incompleta lista recordemos además el genocidio de los indígenas norteamericanos, la hambruna de Irlanda gestada por el gobierno inglés de la época, las matanzas de kurdos y de armenios por los turcos y últimamente, a fines del Siglo XX, el drama de los Balcanes y sus terribles luchas étnicas. Antes del conflicto europeo (1939-45) tuvo lugar la muerte por hambre de millones de ucranianos que ordenó el dictador soviético Stalin. En todos esos trágicos escenarios la comunidad internacional poco y nada hizo. En conjunto con los episodios citados advinieron otros conflictos étnicos, entre ellos la espantosa matanza de tutsis por los hutus en Ruanda; fallecieron 800.00 personas. Tampoco el mundo hizo nada para parar esa atroz acción y reaccionó solo ante los hechos consumados.

Hoy en 2021 -según datos de la ONU- hay más de 80 millones de refugiados luego de las incursiones del ejército islámico en Siria y zonas aledañas. También hay millones de venezolanos huidos de la dictadura en su país. Bajo premisas presuntamente “civilizadas y ordenadas”, la persecución ancestral entre humanos continúa. Y la falta de memoria colectiva también.



Tags