Opinión

Ni ángeles, ni Merkeles

1 de octubre de 2021, 5:00 AM
1 de octubre de 2021, 5:00 AM

La primera mujer canciller en la historia de Alemania, Angela Merkel, vive sus últimos días de un mandato de dieciséis años, en un país en el que no hay límite de tiempo de término para ese cargo. Una de las personas más influyentes del planeta demostró, en todo este tiempo, algunos rasgos y características que la diferencian de los políticos tradicionales y la muestran como el extremo opuesto del típico caudillo al que estamos acostumbrados a ver, especialmente, en nuestro continente.

Durante cuatro mandatos impuso un estilo sobrio y pragmático. Con la Unión Demócrata Cristiana, un partido que se autodefine en el espectro político como de “centro, demócrata cristiano, liberal y conservador”, tuvo la suficiente flexibilidad y habilidad negociadora para, desde ese amplio centro, encabezar gobiernos de coalición con diversos aliados: tres veces con los socialdemócratas, y una vez, con los liberales. La permanente búsqueda de políticas sensatas y consensuadas, lejos de los extremos, le permitió mostrarse como aplomada, confiable, serena y, en ocasiones, aunque extremadamente lenta, siempre efectiva.

En un mundillo de líderes en los que abundan las excentricidades y los discursos rebosantes de ideas “refundadoras, experimentales, visionarias, y supuestamente originales”, Merkel siempre apostó por lo conocido y previsible, con una firmeza, consistencia y solvencia que fue su sello personal. Tomó medidas severas y draconianas cuando tuvo que hacerlo; y se enfrentó, con mucha valentía y humildad, a los rechazos, consecuencias y efectos de sus decisiones. Su administración tuvo luces y sombras, como la de cualquier ser humano, pero nos está dejando un legado de estilo de liderazgo digno de imitar.

Su propio perfil personal, de mucha sencillez y humildad, guardó coherencia con su gestión gubernamental. Lejos de las coloridas estridencias, sombreros, trapos y llamativos atuendos que usan las figuras públicas, Angela Merkel siempre se la vio enfundada en simples chaquetas clásicas, minimalistas y casi todas iguales. Sus discursos televisivos, incluso cuando se vivía el peor momento de la crisis sanitaria, fueron serenos, tranquilos, templados y reflexivos. Su tono de voz inspiraba certidumbre y confianza en tiempos en los que arreciaba la tormenta del covid-19 y todo parecía estar fuera de control.

En estas circunstancias de alta polarización política, desconfianzas y suspicacias en las que estamos viviendo en Bolivia, ¡cuánta falta nos hacen actores políticos que tengan algo de los rasgos de la canciller alemana!

Alfonso Cortez / Desde Mi Barbecho - Comunicador Social

Tags