Juan Carlos Rojas se enteró que tenía hepatitis C, luego de varios análisis debido a una insuficiencia hepática que lo estaba matando. No se explicaba por qué a sus 21 años tenía el hígado tan deteriorado.

“Descubrí que tenía hepatitis C hace como seis meses. Todo lo que comía me hacía daño. En tres meses bajé como 10 kilos. Nunca consumí bebidas alcohólicas y en casa estamos acostumbrados a comer ‘sano’ debido a una enfermedad de la juventud de mi mamá”, dice el joven.

Realizados los análisis, Rojas supo que su mamá le transmitió el virus durante el embarazo. Hoy, con el tratamiento adecuado, la salud del joven mejoró considerablemente, aunque el médico le advirtió que los cuidados deben ser de por vida debido al mal que lo aqueja.

La hepatitis es una inflamación del hígado que puede desencadenar una serie de problemas de salud graves e incluso ser mortal. “Puede ser causada por diferentes factores como infecciones virales (hepatitis A, B, C), consumo excesivo de alcohol, ciertos medicamentos, toxinas o enfermedades autoinmunes”, asegura Magaly Bishop, médico nutricionista y docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Los síntomas comunes incluyen fatiga, dolor abdominal, ictericia (coloración amarillenta de la piel y ojos), náuseas y vómitos, entre otros.

Unifranz

Cepas del virus

Existen cinco cepas principales del virus de la hepatitis: A, B, C, D y E. Aunque todas ellas causan enfermedad hepática, difieren en aspectos clave como los modos de transmisión, la gravedad de la enfermedad, la distribución geográfica y los métodos de prevención.

1 Hepatitis A: se transmite principalmente a través del consumo de agua o alimentos contaminados. Generalmente, no causa una infección crónica y es prevenible mediante la vacunación.

2 Hepatitis B: se transmite a través del contacto con fluidos corporales infectados, como la sangre, el semen y otros líquidos corporales. Esta cepa puede convertirse en crónica y es una de las principales causas de cirrosis y cáncer hepático. La vacunación puede prevenir la hepatitis B.

3 Hepatitis C: se propaga principalmente a través del contacto con sangre infectada. Esta cepa también puede volverse crónica y es una causa común de enfermedades hepáticas graves. No existe una vacuna para la hepatitis C, pero los tratamientos antivirales pueden curar la mayoría de los casos.

4 Hepatitis D: solo ocurre en personas infectadas con hepatitis B, ya que el virus D necesita del virus B para replicarse. La coinfección con hepatitis D y B puede resultar en una enfermedad más grave. La vacunación contra la hepatitis B también previene la hepatitis D.

 5 Hepatitis E: similar a la hepatitis A, se transmite a través del consumo de agua o alimentos contaminados. Es común en regiones con malas condiciones sanitarias. Generalmente, no causa una infección crónica, pero puede ser grave en mujeres embarazadas.

Impacto global de la hepatitis B y C

Las hepatitis B y C son responsables de la mayoría de los casos crónicos y de las defunciones relacionadas con cirrosis hepática, cáncer de hígado y hepatitis viral. Se estima que 325 millones de personas en todo el mundo sufren de hepatitis B o C. A pesar de esto, para la mayoría de estas personas, las pruebas y el tratamiento siguen siendo inaccesibles.

Algunos tipos de hepatitis, como la A y la B, son prevenibles mediante vacunación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que, hasta 2030, se podrían prevenir alrededor de 4,5 millones de defunciones prematuras en países de ingresos bajos y medianos mediante una combinación de vacunación, pruebas de diagnóstico, medicamentos y campañas de educación.

Cuidados

Bishop explica que, una vez que una persona se contagia de hepatitis, ya sea por un virus u otra causa, es importante seguir ciertos cuidados para proteger la salud del hígado y facilitar su recuperación:

        Descansar lo suficiente para permitir que el hígado se recupere.

        Seguir las indicaciones médicas y nutricionales, ya que la dieta es muy importante y la clave para una pronta recuperación y tomar los medicamentos prescritos correctamente.

        Evitar el consumo de alcohol y sustancias tóxicas que puedan dañar el hígado.

        Mantener una alimentación balanceada y saludable, evitando comidas grasas y procesadas.

        Consultar regularmente al médico para monitorear la evolución de la enfermedad y ajustar el tratamiento si es necesario.

        Acudir a sus controles nutricionales, ya que el consumo de alimentos tóxicos contribuye a largo plazo a dañar por completo el hígado

“Estos cuidados son fundamentales para favorecer la recuperación del hígado y prevenir complicaciones a largo plazo”, puntualiza la galena.

La hepatitis es un problema de salud global significativo, pero existen soluciones efectivas al alcance. Mediante la implementación de estrategias de prevención, diagnóstico y tratamiento, es posible reducir drásticamente el impacto de esta enfermedad y salvar millones de vidas.

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