Los miércoles, así pasan clases los estudiantes, de tipoy y camijeta

No están con la vestimenta típica chiquitana solo por algún desfile o acto cívico. Los chiquillos del colegio Rosenhammer van todos los miércoles, desde el año pasado, de tipoy y camijeta a clases.

En 2018 el profesor Emilio Soliz, que estaba en ese entonces como director del nivel secundario, tuvo la iniciativa de trabajar en el proyecto socio-productivo "Rescate de la identidad cultural chiquitana". Ese fue el momento en que se sembró la semilla, y el año pasado y este, todos los profesores y alumnos han continuado con esa idea porque se dieron cuenta de que se estaba perdiendo la vestimenta y otras costumbres propias.  

"A veces la gente siente vergüenza o pareciera que no está muy orgullosa de lo propio, por eso es que en la Unidad Educativa Calasanz Rosenhammer  decidimos incentivar a los estudiantes con seguir con el proyecto para que quede una base sólida que se siga enriqueciendo", cuenta el actual director, Jaime Vargas.

Vargas y cada profesor tienen claro que fortalecer nuestra identidad cultural es parte de la educación. En las ciudades los alumnos leen y estudian el pasado, mientras que la Chiquitania tiene la particularidad de ser una cultura viva, porque no han desaparecido los nativos ni sus costumbres (comida, bebidas, vestimenta, arte, fiestas).

Judith García, de la junta escolar, considera que el hábito de que los niños asistan todos los miércoles con traje típico es un avivamiento de lo regional.  "Vimos que en el pueblo, poco a poco, se iban perdiendo algunas costumbres, así que esta visión de usar los trajes típicos tuvo muy buena acogida desde el kínder hasta la secundaria, todo sea con tal de rescatar nuestra cultura y tradiciones", reflexiona, porque no quiere que ni un solo niño desconozca nuestra historia. 

También está muy contenta porque el colegio fue reconocido este julio por esa iniciativa. La Asamblea Legislativa los distinguió por contribuir al crecimiento cultural y educativo, y marcar la diferencia en nuestra sociedad.

Lo propio hizo el Gobierno Autónomo Municipal de San Ignacio, por fortalecer la identidad cultural, costumbres y tradiciones. 

El colegio Rosenhammer cumplió este año 45 años

¿En qué consiste el rescate? 

Así como en cualquier colegio hay un día para acudir con vestimenta de deportes, así también han instituido que los miércoles se vista el traje chiquitano. Las mujeres van de tipoy y abarcas, mientras que los varones lo hacen de camijeta y el pantalón de tocuyo (es un tipo de tela de tejido plano de algodón crudo, 100% biodegradable y reciclable). La tela también puede estar bordada o pintada. 
Cuenta la tradición que en el siglo XVIII el jesuita Martín Pueyo vio con asombro la desnudez de los nativos chiquitanos y para cubrir "el templo de Dios", que es el cuerpo de las personas, mandó a confeccionar un saco rectangular con dos aberturas para los brazos y otra para la cabeza. Así fue como nació el tipoy, que es hoy la vestimenta típica tradicional de las mujeres chiquitanas. Los varones tienen a su vez, la camijeta y el pantalón blanco, y calzan los pies con abarcas. Para la cabeza, sombrero de sao. 

Pero la iniciativa no se circunscribe solo a la vestimenta. También cuidan de que en todos sus actos estén presentes las danzas y sus comidas. 

El rescate fue una iniciativa bien acogida por todos, en especial en el nivel primario. Los niños chicos hacen lo que se les pide, pero los más grandecitos, esos pueden ser más reacios. Pero poco a poco se volvió una práctica semanal que todos acatan.

Entre inicial, primaria y secundaria son 633 estudiantes los que mantienen la nueva costumbre.

La tradición educativa impartida desde la Iglesia

El colegio lleva su nombre en honor a Monseñor José Calasanz Rosenhammer, un obispo misionero que fue gestor de muchos centros educativos y también trajo muchos religiosos y religiosas para que se ocupen de la educación. 

"En esos tiempos la Iglesia asumía muchas cosas que el Estado no hacía, como la educación y la salud", cuenta el director Vargas. El colegio fue fundado el 5 de abril de 1979, acaban de cumplir 45 años.

El supervisor de educación regional (lo que ahora se llama director distrital) era Jorge Prestel, un maestro meritorio que fue el gestor de la creación del colegio con el nombre del Monseñor, en honor a sus méritos que hizo mucho en favor de la educación.

Si bien los jesuitas fueron los primeros en llegar a la Chiquitania, llevando educación y religión, tras su expulsión, fueron franciscanos los que llegaron en su lugar, asumiendo la tarea que el Vaticano les encomendó. Fueron franciscanos austriacos en su mayoría, los que llegaron. Si bien ya habían escuelas fiscales dotadas por el Gobierno, la educación secundaria fue la Iglesia católica la que más se movió y todos los maestros eran sacerdotes, según relata Vargas. 

Actualmente hay profesionales destacados que salieron del colegio, en instituciones financieras, médicos, maestros que ahora dan clases en el mismo colegio y hasta en el mismo Concejo. 

"Los resultados han sido bastante palpables, estamos felices y contentos de que a través de la educación vamos aportando a la sociedad con personas profesionales", destaca el actual director.

Que no muera el idioma bésiro

El idioma nativo es el bésiro y para que no se pierda hay un profesor que lo imparte, a iniciativa de sus mismos colegas maestros, especialmente los de primaria. Entre todos sacrifican una parte de su sueldo para pagarle a este profesor, para que pase por lo menos una hora de Bésiro en cada curso. 

Ellos hacen ese sacrificio por amor a la cultura, lo hacen con bastante desprendimiento. El profe Vicente Chuvé Vaca fue antes cacique general de la IglesiaLos caciques fueron los representantes de los indígenas frente a la autoridad española. Tuvieron influencia política, económica y hasta ritual al interior de sus comunidades.​​ 

Hoy en día el cabildo indígena es el celoso vigilantes para que no se pierdan las tradiciones, sobre todo las que tienen que ver con la fe católica y la atención al santo patrono del pueblo: San Ignacio de Loyola. Son en síntesis, los guardianes de la fe católica y de la cultura.

Este resurgimiento del orgullo chiquitano, que ha llegado incluso a la moda, esperan que no se pierda, que los que vienen detrás de los maestros y el director del colegio Rosenhammer continúen con el trabajo.

Momento de la llegada del santo patrono, de retorno a la catedral de San Ignacio

Se viene la fiesta del santo patrono

Sobre tierra colorada el santo patrono, San Ignacio de Loyola, sale a pasear hacia las 33 comunidades que pertenecen a la catedral de San Ignacio de Velasco. Fueron 32 días de recorrido y este 22 de julio llegó a su casa principal, a la catedral -retocada en el año 2.000 gracias al Monseñor Carlos Stetter), fue recibido por toda la población, a la cabeza del cacique, don Antonio. Cantaron y también le agradecieron por las bendiciones recibidas.

Son 176 años de presencia de la fe católica en San Ignacio de Velasco. El 31 de julio finaliza la novena en la catedral y empieza la fiesta, que realizan con devoción esperando que las próximas generaciones continúen con la fe que los primeros misioneros sembraron en los corazones de los ignacianos. 

Todos reunidos piden al santo de metro y medio que no falte el pan de cada día, trabajo, salud y sabiduría. Entre varios lo alzan y lo llevan desde el puente Guapomó hasta la catedral. El 31 por la mañana se celebra la misa central.

Le rinden tributo, le prenden velas, le cantan y le llevan flores por los favores recibidos. Mucha gente cree que es milagroso. 

Y la fiesta es también pretexto para que se coman todas las delicias de la gastronomía ignaciana. No falta la patasca, el pipián (gallina criolla con salsa de maní, harina de maíz, sazonado con cebolla), sopa tapada (este plato es parecido a un pastel, formado por capaz de arroz, que en el centro tiene jigote hecho con charque, papa y plátano), locro, majao y capirotada ( caldo con charque, huesos y harina de maíz).

La música también recorre las venas de los estudiantes

Parte del circuito misional 

En el colegio Rosenhammer se enseña música barroca con violines y hay alumnos que son parte del orquesta municipal, incluso se precia de que uno de ellos tocaba desde sus cinco años. "Ahora es un gran artista 'el Chipi', y vive de la música", destaca el director Vargas.

Si bien San Ignacio no forma parte del listado de poblaciones del circuito misional que la Unesco reconoció como Patrimonio Cultural de la Humanidad (solo incluyó a ​San José de Chiquitos, Santa Ana de Velasco, San Rafael, San Miguel de Velasco, Concepción y San Xavier), es parte del legado jesuita, con su iglesia, sus columnas torneadas de madera tallada, pinturas y música.

Con la misión de difundir la cultura ignaciana, los profesores y colegiales quieren figurar en los textos que hablan de las culturas de Bolivia, porque "a veces prevalece más la cultura andina".


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