OpiniónOPINIÓN

Bolsonaro quiere gas argentino, ¿por dónde lo debe llevar?

Alvaro Ríos/Ex ministro de Hidrocarburos de Bolivia y actual socio director de Gas Energy Latin América

29 de agosto de 2021, 6:04 AM
29 de agosto de 2021, 6:04 AM


El mercado de gas natural en Brasil está bajo una profunda y avanzada reforma. Lo anterior para dejar atrás el secante monopolio que ejercía Petrobras en toda la cadena, lo cual resultó devastador en los precios. Basta resaltar que un usuario industrial en EEUU pagaba entre 3 a 5 $us/MMBTU, uno en Italia (con gas importado) entre 7 a 9 $us/MMBTU y paradójicamente uno en Brasil entre 9 a 12 $us/MMBTU.

Ahora, el sector de gas natural se prepara para que Petrobras salga totalmente de todos los eslabones de la cadena y se dedique a comercializar el gas que produce. Asimismo, está terminando de privatizar casi todos sus activos. Esto le quita su rol de agregador o de mayorista que ejercía en el pasado y que ahora el presidente Bolsonaro quisiera tener bajo la manga para poder traer gas desde Argentina por el sur como veremos más adelante.

Todos conocemos que la capacidad de producción de Bolivia de gas natural está en franca declinación y que Brasil necesita reponer estos volúmenes, y más aún crecer su demanda con las reformas que se está introduciendo con fuentes alternativas de suministro de gas natural. ¿Qué opciones tienen los demandantes o usuarios brasileños? 

Tienen la opción de gas de Presal. Este es un gas asociado al petróleo, que tiene condiciones de suministro con escasa flexibilidad, muchas veces con alto contenido de CO2, la producción está muy lejos de la costa y se necesitan fuertes nuevas inversiones resultando en costos de transporte elevados. Finalmente, Petrobras no tiene ya la obligación de abastecer el mercado de Brasil y lo hará cuando así le convenga a su economía.

La otra opción es que pueden optar por más Gas Natural Licuado (GNL) importado como lo viene haciendo. A la fecha existen cinco proyectos de regasificación en funcionamiento, cuatro con FID para arrancar entre 2022/2023 y siete proyectos en estudio. La capacidad de regasificación a finales de 2023 será de 158 Millones de Metros Cúbicos Día (MMm3/d). Esto comparado con la capacidad de transporte que se tiene desde Bolivia de 30 MMm3/d (19%). Impensable solo una década atrás.

La otra alternativa es el gas ya descubierto (shale) en Vaca Muerta y que con explotación eficiente y de escala puede lograr más bajos costos de producción como ya se ha demostrado. La producción puede levantarse muy rápidamente como lo demostró Tecpetrol que en 12 meses subió de 3 a 16 MMm3/d.

 Si un solo operador puede hacer esto, imagínense varios operadores en conjunto podrían sin duda atender una gran parte del creciente y dinámico mercado de Norte de Argentina y también Brasil.

Hay dos opciones para llegar con este gas de Vaca Muerta a Brasil. Una es por el sur (Uruguayana) con dantescas nuevas inversiones en infraestructura de transporte cercanas a los $us 4.500 millones. Las peguntas que surgen. ¿Quién anclara la demanda? ¿Quién jugará de agregador? ¿Quién financiará la infraestructura de transporte necesaria? Petrobras no cumple más ese rol como ya lo hemos manifestado. 

La opción económica, razonable, oportuna y que requiere inversiones incrementales mucho menores es moviendo el gas hacia el norte desde Vaca Muerta y usando infraestructura que irá quedando con capacidad ociosa en Bolivia y Brasil. Con inversión de alrededor de $us 500 a 600 millones se puede revertir y aumentar capacidad al TGN en el norte argentino. Al final de cuentas, los campos del norte en ese país están declinando y la capacidad de entrega de Bolivia es cada vez menor. El TGN se revertirá más temprano que tarde de una u otra manera. 

Y si nos portamos más astutos y se logra almacenamiento de gas subterráneo en Bolivia se puede jugar con suministro eficiente y optimizar la demanda pico de invierno de Argentina con la demanda eléctrica en Brasil. Y si Bolivia retoma nueva exploración podría seguir abasteciendo este mercado en el largo plazo. 

Si no actuamos en esta línea y oportunamente, el gasoducto Bolivia-Brasil en el lado Brasil (TBG) se revertirá parcialmente y el mercado quedará en manos del competitivo GNL importado y el gas de Presal. Los ductos de Bolivia, Gasyrg, Yabog, GTB y GOB no recibirán ingresos por transporte; y finalmente, la Argentina no recibirá ingresos por venta de gas al creciente mercado brasileño y también aprovechar para llevarlo al norte de Chile. ¿Se lo cederemos al GNL así de fácil? 

Un rápido costo beneficio es que la región dejaría de percibir en 10 años $us 3.000 millones en transporte de infraestructura ya construida y Argentina dejaría de percibir casi $us 10.000 millones en venta de gas y transporte de gas, cediendo gran parte al GNL importado. Tanto enjuagarnos la boca con la famosa integración energética. Por eso, creemos que es hora de actuar.

 
*Ex ministro de Hidrocarburos de Bolivia y actual socio director de Gas Energy Latin América

Tags